Amigos que son conducidos por la Dulce Virgen Maria a esta casa

martes, 17 de abril de 2012

Querido medico amigo . Antes de operar a un paciente

Querido amigo cirujano:
Antes de operar a un paciente, encomiendate a Dios, para que El proteja al paciente y le de su sanacion, y pide la bendición de tus manos a un sacerdote.Trata de asistir a la Eucaristía el día que debas operar, recibe a Cristo en tu corazón, El te dará la entereza y su Santo Espíritu para que obres con la mejor ciencia.
Rociate con agua bendita antes de ingresar al quirófano y el Dios de la PAZ , NUESTRO SEÑOR JESÚS sanara a los enfermos.

Recuerda rezar por todos tus colegas y pacientes.
Adri

El médico católico debe ser un “buen samaritano”




Las actitudes del profesional de la salud
La Federación Internacional de Asociaciones de Médicos Católicos (FIAMC) acaba de publicar en su página web (www.fiamc.org ) un análisis efectuado por el presidente del Consejo Pontificio para la Pastoral de la Salud, cardenal Javier Lozano Barragán, referido a la vocación del médico católico. “Ésta -considera el cardenal- consiste en transmitir a los pacientes el amor de Cristo que sana. Em pocas palabras, el médico católico debe ser un buen samaritano”.

“Ser médico católico -aclara el purpurado mexicano-, “comporta una proximidad e intimidad especial con Dios, a la vez que significa una apertura y una donación total a los demás”.

“Esta es la identidad católica del médico, ser la transparencia de Cristo que sana”, subraya el presidente del Consejo vaticano.

“Por eso la profesión cristiana médica se centra en el amor, pero no en el amor interesado y pobre, sino que imita al amor perfecto de Dios y tiene su paradigma en el Buen Samaritano que de tal manera padece junto con el enfermo, de tal forma lo compadece, que provee a todo lo que éste necesita para su curación”.

“Así el Buen Samaritano viene a ser el ejemplo que debe imitar el médico cristiano -añade-. El Buen Samaritano es la figura de Cristo que se compadeció de toda la humanidad enferma y caída, y la levantó hasta su deificación; es el amor infinito y está tanto en el que ama como en el que es amado, está en ambos en plenitud”.

“De esta manera el Buen Samaritano es la figura que identifica al médico que se compadece hasta tal punto del paciente que hace todo lo que está de su parte para devolverle la salud, por amor de plenitud”.

Para el médico, dice el purpurado, el 5º mandamiento “No matarás”, tiene una importancia decisiva. El médico católico “está totalmente obligado a defender la vida en cualquier etapa en la que ésta se encuentre, pero en especial en las etapas en las que más débil se sienta, como son las iniciales y las terminales”.

“Su personalidad se diseña desde un claro y absoluto no al aborto y no a la eutanasia -subraya-. En el quinto mandamiento se comprende toda la significación de la vida humana, como un don dado por Dios en mera administración al hombre y a la mujer”.+

Roma (Italia), 25 Jul. 07 (AICA)


AICA - Toda la información puede ser reproducida parcial o totalmente, citando la fuente

Queridos amigos profesionales de la salud. Antes de recibir a un paciente recemos al Espiritu Santo para que nos conceda la gracia de la sanidad


Antes de recibir a un paciente recordemos invocar al Espíritu Santo, para que nos conceda la gracia de la sanidad y los dones de ciencia, consejo, entendimiento y humildad.
Solo con la ayuda de Dios, nuestros pacientes saldrán adelante y sus sufrimientos serán aliviados.
Por eso no dejemos la oración por nuestros enfermos. Recordémoslos no solo antes que ingresen a la consulta, sino también en nuestra eucaristía en lo posible diaria y nuestras oraciones junto al Sagrario. Allí el Señor obrara en cada sufriente y le dará la sanacion.
Tenemos un compromiso, y solos no podemos hacer nada. Si nos ponemos al servicio de Dios, El se encargara de lo que nosotros no podemos.
un abrazo
Adriana

martes, 10 de abril de 2012

Mejoramos nuestra salud psíquica a través de la oración y los sacramentos.

En estos 26 años de Psicóloga ejerciendo la clínica en el consultorio, he observado que los pacientes que aceptan mi invitación a acercarse a la vida de la gracia, la vida de oración y los sacramentos de la eucaristía si es posible mas de una vez por semana, alcanzan mejorías mas rápidamente, que si no se unen a Dios.
Hermano si sientes que tu vida esta hundiéndose, que has caído en un vacío que no puedes llenar, si te sientes deprimido, con miedos, o recurres al alcohol o las drogas cuando aparece alguna dificultad busca ayuda profesional, pero antes arrodíllate a los pies de Jesús crucificado. Cuéntale todas tus dolencias y penas, pídele que guíe tu vida hacia el profesional que El ha elegido para que te sane.
Y si ya estas en una terapia, acompáñala de oración.
Acércate a un Sagrario, allí esta Jesús Vivo esperándote con el Corazón abierto. Jesús va a hacer en ti maravillas. Tu vida es lo mas importante que tienes, porque Cristo te ama con un amor de predilección y te espera siempre con sus brazos abiertos para sanarte, acompañarte, guiarte hacia lo mas perfecto.
La vida eterna querido hermano, empieza aquí en la tierra con la vida de la gracia. Los santos San Martín de Porres, , Santa Rosa de Lima han podido , y nos invitan a seguirlos.. han alcanzado una capacidad de amor, es tan honda la absorción en Dios, que Dios les regala el cielo acá en la tierra.
¡Cuanto puede hacer un alma que entra en Jesús a través de la Santísima Eucaristía¡ en vida de gracia¡. Aquellos que dicen yo rezo y Dios no me escucha, siempre les pregunto ¿estas en gracia? ¿ te confiesas, asistes a misa? ¿rezas? No es lo mismo querido hermano estar en pecado, que vivir en estado de gracia
Todos podemos rezar, pero debes estar en gracia para ser escuchado, porque
la sabiduría solo habita en el alma en gracia, purificada por la Vida en Dios.
Anímate querido hermano a acercarte a la vida divina, que te regala Cristo en el banquete eucarístico,
Ojala te levantes, despiertes. Hermano desperta . Tu vida puede ser espléndida, llena de situaciones maravillosas . Tu vida querido hermano si se la entregas a Dios y dejas que EL te conduzca , si eres dócil y te rendís a los pies de Jesús en el Sagrario , tu vida comenzara a experimentar felices sorpresas.
Hermano la vida de la gracia es hermosa, es la promesa de Jesús, bienaventurados, felices
Felices los que tienen alma de pobres, los misericordiosos, los mansos, los humildes , felices...
Anímate vuela alto, no te arrastres ni te conformes con lo bajo, con las migajas y los los subsuelos que ofrece el mundo, con lo superficial, la vida artificial..
.
La vida profunda y verdadera comienza cuando te determinas por el bien, por la vida divina y por la sobre naturalización del hombre , que te ofrece la vida de la gracia . Lo divino participa en tu corazón
Sin la vida de la gracia no somos nada, es mas estamos en peligro, en peligro de no ser.
Vamos querido hermano determínate. Que alegría si te determinas.
Mi mayor deseo es que seas plenamente feliz, que tu corazón sea todo de Dios.
Psicologa Adriana Taccone
miercoles y viernes 22.30 hs Argentina escucha mi programa de radio
en www.radiofelatina.net

viernes, 19 de agosto de 2011

Ser madres, Si a la VIDA . Si al Amor de Dios

La maternidad es un don recibido y debemos dar gracias a Dios por la gracia de traer luz al mundo.
Ser madre también conlleva un serio compromiso ,el de seguir velando por nuestros hijos día y noche ofrendándolos a Dios para que los proteja y los conduzca por el camino de la santificación de sus almas.
Así el don de la maternidad no es solo genético o natural, sino se eleva a la sobrenaturalidad del plano espiritual.

Hay que profundizar siempre en el amor a Dios y desde esa fuente a los demás, en nuestra caso al haber recibido el don de ser madres tenemos un compromiso mayor ser modelo y ejemplo espiritual para que así, nuestros hijos puedan abrevar de esa fuente.

Alegrémonos y regocijémonos en el Señor que es el Rey del Cielo y de la Tierra y nos confió un tesoro a cuidar: nuestros hijos.
Adriana

miércoles, 3 de agosto de 2011

No hay posible sanacion psíquica sin la intervención divina.

No hay posible sanacion psíquica sin la intervención divina. Y solo cumpliendo la Voluntad de Dios el ser humano logra trascender alcanzando la sanidad psíquica y espiritual.

Psicologa Adriana Taccone

viernes, 22 de julio de 2011

Puedo afirmar que muchos de los casos que padecen problemas psiquicos tienen su origen en practicas esotericas ...

Como psicologa catolica puedo afirmar que muchos casos que han llegado al consultorio por problemas de adicciones, depresion , ataques de panico en el discernimiento de la historia personal, y social del paciente, tenian su origen en practicas esotericas,alquimias, influencias del espiritismo, practicas del tarot y otros canales que abrieron las puertas al misterio de la iniquidad .

Algunos casos han superado por completo sus estados severos gracias a la intervencion sanadora de Cristo. La terapia acompañada por la oracion, y la reconciliacion del alma con Dios obra la maravilla que solo Dios puede dar. La paz y la unificacion interna.

La eutanasia

Rudolf Allers, psiquiatra y filósofo católico 1883

, nació en Viena en 1883. Su padre era físico, pero con intereses humanistas. Estudió medicina en la Universidad de Viena, donde asistió a las últimas lecciones dictadas por Sigmund Freud. Hacia éste y el psicoanálisis mantuvo siempre una actitud radicalmente crítica. Una vez doctorado, en 1906, combinó la práctica de médico clínico con estudios bioquímicos de laboratorio. De este modo, comenzó a interesarse por la neurología, y realizó importantes investigaciones sobre la percepción sensorial. Finalmente, se especializó en psiquiatría (1908), y trabajó como asistente de Kraepelin, uno de los pilares de la moderna psicopatología. Ejerció su profesión y su labor investigativa en las Universidades de Praga y Munich.



En 1908, contrajo matrimonio con Carola Meitner, hermana de la Dra. Lisa Meitner, que estudió con Otto Hahn la fisión atómica. La Sra. Allers era también una persona con profundos intereses intelectuales y espirituales, y su casa fue centro de encuentros con importantes figuras de la cultura de la época. Ya en 1913, Allers era instructor de psiquiatría en la Escuela de Medicina de la Universidad de Munich, actividad que se vio interrumpida en 1914 al comenzar la Primera Guerra Mundial. Durante el conflicto bélico, sirvió como médico en la Armada de Austria, y escribió su primer obra, sobre un tema estrictamente médico: la cura de las heridas de bala.



En el período de posguerra, Allers se convirtió en discípulo de Alfred Adler, médico y psicólogo vienés, inicialmente colaborador de Freud del que se separó en 1912, a causa del dogmatismo extremo del creador del psicoanálisis y del pansexualismo que en esa época sostenía. En la década que va de 1918 a 1938, Allers trabajó en la Escuela de Medicina de la Universidad de Viena, primero en el departamento de psicología de la sensación y psicología médica, y, a partir de 1927, en el departamento de psiquiatría.



Hacia 1925, se había formado dentro de la escuela de Adler un subgrupo, consciente de la necesidad de fundamentación filosófica de la psicología, y descontento con la poca apertura de Adler a una visión antropológica integral, abierta a la trascendencia e incluso a una perspectiva religiosa en psicoterapia. Los puntos de referencia de movimiento, que algunos llamarían “tercera escuela de psicoterapia vienesa”, eran el mismo Rudolf Allers y su amigo Oswald Schwarz. Entre los psicoanalistas, además, Allers contaba con la amistad de Paul Schilder. En 1927, tras una acalorada discusión, se produjo la ruptura de este círculo con Adler. Allers abandonó la Asociación de Psicología Individual (creada por Adler), acompañado de Schwarz y el joven Viktor E. Frankl, discípulo de ambos. Simpatizante de este grupo, pero sin romper con Adler, fue Oliver Brachfeld, que luego difundió el adlerismo en España y América Latina.



Consciente de la necesidad de profundizar sus conocimientos filosóficos, y por sugerencia de su amigo Fray Agostino Gemelli O.F.M, se trasladó a Milán, y se doctoró en filosofía en la Universidad Católica del Sacro Cuore (1934). Aquí aprendió la filosofía neoescolástica que se enseñaba en la época, y se aficionó al pensamiento de santo Tomás, autor al que ya antes leía, y cuyo De ente et essentia tradujo al alemán, como también las obras de san Anselmo. Otra influencia importante, desde el punto de vista filosófico fue la de la fenomenología, en particular de Max Scheler. Compartió además con Edith Stein, que frecuentó su casa y trabó amistad con la familia Allers, el interés por una relación viva del tomismo con las temáticas del pensamiento contemporáneo. Allers tradujo al inglés un artículo de la santa carmelita sobre el conocimiento de Dios, y ella, por su parte, en varias partes de sus obras recomendó las teorías de Allers en campo caracterológico.[2]



Antes de que se desatara la Segunda Guerra Mundial, en 1938, el psiquiatra americano Francis Braceland, que lo había conocido en 1934, lo invitó a enseñar en la Catholic University of America (Washington D.C.). Convencido finalmente por Fray Ignatius Smith O.P., Allers se instaló con su familia en los Estados Unidos. Allí comenzó a dictar clases de psicología en la Escuela de Filosofía de aquella Universidad. Luego de enseñar allí durante una década, se trasladó en 1948 a la Georgetown University como profesor de filosofía. De aquí en adelante, Allers se apartaría de la práctica psicoterapéutica, dedicando los últimos años de su vida al estudio y la enseñanza de la filosofía. En 1957 fue nombrado profesor emérito. En 1960 la American Catholic Association lo premió con la Cardinal Spellman-Aquinas Medal, en reconocimiento por su incansable labor como intelectual católico (este premio lo recibieron figuras de la talla de Maritain y Gilson). Finalmente, Allers dejó este mundo el 18 de Diciembre de 1963.



Nuestro autor ha escrito muchísimo. En la Georgetown University hay un fondo dedicado a sus obras, aunque todavía no se ha hecho una publicación completa de sus escritos. Entre sus libros más importantes se cuentan: La evolución de la persona moral[3], El error exitoso[4], Pedagogía sexual[5], etc. Por otro lado, escribió innumerables artículos sobre temas de psicología y filosofía, en alemán, francés e inglés. Colaboró en revistas como Jahrbuch für psychologie und psychotherapie, Études Carmélitaines, The Thomist, The new Scholastism, Franciscan Studies, The Homiletic and Pastoral Review, etc.

A pesar de la indiscutible carrera académica y psicoterapéutica de nuestro autor, los estudios dedicados a su pensamiento son escasísimos, y de carácter general.

lunes, 27 de junio de 2011

Consenso sobre el llamdo "Trastorno por Déficit de Atención con o sin Hiperactividad"

Consenso de expertos del área de la salud sobre el llamado "Trastorno por Déficit de Atención con o sin Hiperactividad"

de Sociedades Complejas, el jueves, 23 de junio de 2011 a las 9:48

Los abajo firmantes, profesionales de reconocida trayectoria en el campo de la psicología, la psiquiatría, la neurología, la pediatría, la psicopedagogía y la psicomotricidad, queremos hacer llegar al Ministerio de Salud, por consenso, la siguiente solicitud:


Asistimos en nuestra época a una multiplicidad de "diagnósticos" psicopatológicos y de terapéuticas que simplifican las determinaciones de los trastornos infantiles y regresan a una concepción reduccionista de las problemáticas psicopatológicas y de su tratamiento. Esta concepción utiliza de modo singularmente inadecuado los notables avances en el terreno de las neurociencias para derivar de allí, ilegítimamente, un biologismo extremo que no da valor alguno a la complejidad de los procesos subjetivos del ser humano. Procediendo de manera sumaria, esquemática y carente de verdadero rigor científico se hacen diagnósticos y hasta se postulan nuevos cuadros a partir de observaciones y de agrupaciones arbitrarias de rasgos, a menudo basadas en nociones antiguas y confusas. Es el caso del llamado síndrome de “Déficit de atención con y sin hiperactividad” (ADD/ADHD). (Lasa Zulueta, 2001; Cáceres, L., 2000; Misés, R, 2004; Golse, B, Armstrong, Th, 2000; Morin, E., 1994; Fourneret, P., 2004).

Este diagnóstico se realiza generalmente en base a cuestionarios administrados a padres y/o maestros y el tratamiento que se suele indicar es: medicación y modificación conductual.

El resultado es que los niños son medicados desde edades muy tempranas, con una medicación que no cura (se les administra de acuerdo a la situación, por ejemplo, para ir a la escuela) y que en muchos casos disimula sintomatología grave la cual hace eclosión a posteriori o encubre deterioros que se profundizan a lo largo de la vida. En otros casos, ejerce una pseudo regulación de la conducta dejando a su vez librado al niño a posteriores impulsiones adolescentes en razón de que no ejerce modificaciones de fondo sobre las motivaciones que podrían regularlas, dado que t anto la medicación como la "modificación conductual" tienden a acallar los síntomas, sin preguntarse qué es lo que los determina ni en qué contexto se dan. Y así, pueden intentar frenar las manifestaciones del niño sin cambiar nada del entorno y sin bucear en el psiquismo del niño, en sus angustias y temores. (Bleichmar S, 1998; Gaillard, 2004; Levin, E, 2004; Lasa Zulueta, 2001)

Es decir, lo primero que se hace es diagnosticarlo de un modo invalidante, con un "déficit" de por vida, luego se lo medica y se intenta modificar su conducta.

Así, se rotula, reduciendo la complejidad de la vida psíquica infantil a un paradigma simplificador. En lugar de un psiquismo en estructuración, en crecimiento continuo, en el que el conflicto es fundante y en el que todo efecto es complejo, se supone, exclusivamente, un "déficit" neurológico. (Berger, M, 2005; Janin, B, 2004; Rodulfo, R, 1992; Breeding J, 1996)

Nos hemos encontrado con niños en los que se diagnostica ADD (o ADHD) cuando presentan cuadros psicóticos, otros que están en proceso de duelo o han sufrido cambios sucesivos (adopciones, migraciones, etc.) o es habitual también este diagnóstico en niños que han sido víctimas de episodios de violencia, abuso sexual incluido. (Bleichmar, S., 1998; Touati, B, 2003; Janin, B, 2004)

A la vez, los medios de comunicación hablan del tema casi como si se tratara de una suerte de epidemia, divulgando sus características y los modos de detección y tratamiento. Se banaliza así tanto el modo de diagnosticar como el recurso de la medicación. En el límite, cualquier niño, por el mero hecho de ser niño y por tanto inquieto, explorador y movedizo, se vuelve sospechoso de padecer un déficit de atención, aún cuando muchísimos de esos niños exhiben una perfecta capacidad de concentración cuando se trata de algo que les interesa poderosamente. (Armstrong, 2000)
Sabemos que los problemas de aprendizaje suelen ser motivos de consulta muy frecuentes y que complican la vida del niño en tanto lo muestran como fracasado allí donde se expone a la mirada social. El "no atiende en clase", aparece como una queja reiterada de los adultos, que engloban con esa frase gran parte de las dificultades escolares.
Hay escuelas primarias en las que una cantidad alarmante de alumnos están medicados por ADD sin que se formulen preguntas acerca de las dificultades que presentan los adultos de la escuela para contener, transmitir, educar y acerca del tipo de estimulación a la que están sujetos esos niños dentro y fuera de la escuela. Es decir, se supone que el niño es único actor en el proceso de aprender. (Frizzera, O, Heuser, C, 2004; Untoiglich, G, 2004; Kremenchuzky J, 2004)

Pensamos que los niños que no pueden sostener la atención en relación a los contenidos escolares, que no permanecen sentados en clase o que están abstraídos, como "en otro planeta", expresan a través de estas conductas diferentes conflictivas. (Bergés, J, 1990; Janin, B, 2004)

En una época en que los adultos están en crisis, este tipo de tratamiento pasa por alto la incidencia del contexto, a pesar de las investigaciones que demuestran la importancia del ámbito en el que el niño se desenvuelve. (Armstrong Th, 2000; Duché, D, 1996; Berger, M., 2005; Jensen et al, 1997; Harrison, Ch, 2002)

En tanto el ser humano es efecto de una historia y un entorno, imposible de ser pensado en forma aislada, tenemos que pensar también en qué situaciones, en qué momento y con quiénes se da este funcionamiento. La familia, fundamentalmente, pero también la escuela, son instituciones que inciden en esa constitución. Instituciones marcadas a su vez por la sociedad a la que pertenecen. (Armstrong Th, 2000; Winnicott D, 1971; Massie, H.y Rosenthal, J, 1986; Shore, A N, 1994; Bick, E, 1968; Rojas, M.C., 2004; Bleichmar S, 1986).

¿Los niños desatentos e hiperactivos dan cuenta de algo de lo que ocurre en nuestros días? Padres desbordados, padres deprimidos, docentes que quedan superados por las exigencias, un medio en el que la palabra ha ido perdiendo valor y normas que suelen ser confusas, ¿incidirán en la dificultad para atender en clase? (Duché, D, 1996; Fernández, A, 2000; Golse, B., 2003; Fourneret, P, 2004; Jensen, PS, 1997)

Tampoco se ha tomado en cuenta la gran contradicción que se genera entre los estímulos de tiempos breves y rápidos a los que los niños se van habituando desde temprano con la televisión y la computadora, donde los mensajes suelen durar unos pocos segundos, con predominio de lo visual y los tiempos más largos de la enseñanza escolar centrada en la lectura y la escritura a los que el niño no está para nada habituado. (Golse, B, 2001; Jensen, PS, 1997; Armstrong Th, 2000; Diller L, 2001)

Por todo esto es totalmente inadecuado desde el punto de vista de la salud pública unificar en un diagnóstico a todos los niños desatentos y/o inquietos sin una investigación clínica pormenorizada.

Así, en las escuelas hay niños desatentos que se quedan quietos y desconectados, otros que se mueven permanentemente, algunos que juegan en clase, otros que reaccionan inmediatamente a cada estímulo sin darse tiempo a pensar... Un niño que no atiende, que se mueve desordenadamente, generalmente atiende de otro modo y a otras cuestiones diferentes a lo esperable. Y no puede ser englobado en una entidad nosográfica única. (Janin, B, 2000a, 2002, Berger, M, 2005; Flavigny, Ch, 2004; Duché, D, 2001; Tustin, 1981; Bleichmar, S, 1998).

No desconocemos la importancia de los trastornos neurológicos, de los desarrollos actuales en neurología y del recurso de la medicación como privilegiado en ciertas patologías. Pero consideramos que en este caso se atribuye a un déficit neurológico no comprobable problemas muy diferentes. (Benasayag, L, 2002; Tallis, 2004; Rodulfo, M, 2005; Solter A, 1998)

Hay consenso en la comunidad científica que lo que se denomina ADD/ADHD refleja situaciones complejas, ligadas a diferentes patologías. Sin embargo, esto suele no ser tomado en cuenta. (Lasa Zulueta, 2002; Benasayag, L, 2002; Cáceres, L, 2000; Valentin, E, 1996; Daumerie, N, 2004; Gibello, B, 2004; Warren, 1997, Gaillard, 2004)

Pensamos entonces que se agrupan con ese nombre múltiples expresiones del sufrimiento infantil que merecen ser consideradas en su singularidad y tratadas teniendo en cuenta su multideterminación.

Es decir, la diferencia se da entre pensar que: a) una manifestación implica un cuadro psicopatológico y una causa orgánica y que de ahí se deriva un tratamiento o que: b) una manifestación puede ser efecto de múltiples y complejas causas y que hay que descubrir cuáles son y por consiguiente, cuál es el tratamiento más adecuado.

También, hay oposición entre la idea de que el diagnóstico puede ser hecho por padres y/o maestros, a partir de cuestionarios (como si fueran observadores no implicados) y el sostener que todo observador está comprometido en lo que observa, forma parte de la observación y que los padres y los maestros están absolutamente implicados en la problemática del niño, por lo que no pueden ser nunca "objetivos". (Ya a comienzos del siglo XX el físico Heisenberg planteó que el observador forma parte del sistema). A la vez el cuestionario utilizado habitualmente está cargado de términos vagos e imprecisos (por ejemplo, lo que es “inquieto” para alguien puede no serlo para otro). Esto último lleva a pensar que es imposible realizar un diagnóstico de un modo rápido y sin tener en cuenta la producción del niño en las entrevistas. (Cramond, 1995; Duché, 1996; Calmels, D, 2003; Tallis, J, 2004; Farré Riba, 2000).

Desde nuestra perspectiva, nos encontramos con un niño que sufre, que presenta dificultades, que esas dificultades obstaculizan el aprendizaje y que debemos investigar lo que le ocurre para poder ayudarlo.

Es importante también destacar que muchas veces lo que se considera no es tanto este sufrimiento sino la perturbación que la conducta del niño causa en el medio ambiente, por lo cual la medicación funciona como un intento de aplacar a un niño que se "porta mal". (Levin, 2003; Keirsey, 1998)

Aún cuando los medios científicos hablan de las contraindicaciones de las diferentes medicaciones que se utilizan en estos casos, (Carey, W, 1998, 1999, 2000, 2001; Diller, L, 2003) llama la atención la insistencia con la que los medios propagandizan el consumo de medicación como indicación terapéutica privilegiada frente a la aparición de estas manifestaciones. (Clarín, 2004; La Nación, 2004; Safer, D, 1996)

Todas las drogas que se utilizan en el tratamiento de los niños que presentan dificultades para concentrarse o que se mueven más de lo que el medio tolera, tienen contraindicaciones y efectos secundarios importantes, como el incremento de la sintomatología en el caso de los niños psicóticos, así como consecuencias tales como retardo del crecimiento. (Benasayag, L, 2002; Goodman y Gilman's, 1995; Baughman, 2001; Carey, 2001; Efron et al, 1998; Vademécum Vallory 1999)

En diferentes trabajos, con respecto al metilfenidato, se plantea que:

- No se puede administrar a niños menores de seis años.
- Se desaconseja en caso de niños con tics (Síndrome de Gilles de la Tourette).
- Es riesgoso en caso de niños psicóticos, porque incrementa la sintomatología.
- Deriva con el tiempo en retardo del crecimiento.
- Puede provocar insomnio y anorexia.
- Puede bajar el umbral convulsivo en pacientes con historia de convulsiones o con EEG anormal sin ataques. (Goodman and Gilman's, 1995; Breggin, P, 1998, 1999, 2001; Vademécum Vallory, 1999, Cramer et al, 2002; Schachter et al, 2001)
Con respecto a las anfetaminas en general, éstas han sido prohibidas en algunos países (como en Canadá), además de ser conocida la potencialidad adictiva de las mismas. (CADRMP, 2005)
Con respecto a la atomoxetina, se ha llegado a la conclusión de que produce (en forma estadísticamente significativa):
- aumento de la frecuencia cardíaca
- pérdida de peso, pudiendo derivar en retardo del crecimiento
- síndromes gripales
- efectos sobre la presión arterial
- vómitos y disminución del apetito
- no existe seguimiento a largo plazo. (Baughman, 2005; P R Vademécum, 2005)

También nos preguntamos, ¿la medicación dada para producir efectos de modo inmediato (efectos que se dan en forma mágica, sin elaboración por parte del sujeto), como necesaria durante largo tiempo, no desencadena adicción psíquica al ubicar una pastilla como modificadora de actitudes vitales, como generadora de un "buen desempeño"?. (Tallis, 2004; Keirsey, 1998).

Frente al avance de la difusión de este "síndrome" y la posibilidad de inclusión de la medicación en el PMO (Programa Médico Obligatorio), teniendo en cuenta todo lo anteriormente expresado, los abajo firmantes, proponemos:

- Que la evaluación de cada niño sea realizada por profesionales expertos en la temática y que se le otorgue la posibilidad de ser tratado de acuerdo a las dificultades específicas que presenta.
- Que la medicación sea el recurso último (y no el primero) y que sea consensuada por diferentes profesionales.
- Que se tome en cuenta el contexto del niño en la evaluación. La familia, pero también el grupo social al que el niño pertenece y la sociedad en su conjunto, pueden facilitar o favorecer funcionamientos disruptivos, dificultades para concentrarse o un despliegue motriz sin metas.
- Que se acote en los medios la difusión masiva de la existencia del trastorno por déficit atencional (cuando es un trastorno sobre el que no hay acuerdo entre los profesionales) y, sobre todo, el consumo de la medicación como solución mágica frente a las dificultades escolares.

Participaron en distintas etapas y niveles en la elaboración de este documento los siguientes profesionales: 
 Beatriz Janin, Silvia Bleichmar, Ricardo Rodulfo, Marisa Rodulfo, León Benasayag, Jaime Tallis, Juan Carlos Volnovich, Mónica Oliver, José R. Kremenchusky, Mario Brotsky, Héctor Vázquez, Marilú Pelento, Sara Slapak, Isidoro Gurman, Estela Gurman, María Cristina Rojas, Sïlvia Pugliese, Gisela Untoiglich, Miguel Tollo, Jorge Garaventa, Isabel Lucioni, Mabel Rodriguez Ponte, Rosa Silver, Elsa Kahansky, Gabriel Donzino, Juan Vasen.

lunes, 7 de marzo de 2011

Amigos los sabados saldra al aire por radio El corazon morada de Dios. Oracion y Silencio interior


Amigos profesionales  los invito los dias sabados a las 15 hs Argentina. . El programa se llama: El corazon morada de Dios. Oracion y Silencio interior.
Me contacto un  locutor de la radio www.radiofelatina.net  ofreciendome el espacio en la radio.
Los espero a todos con amor. Ojala podamos comunicarnos y asi conocernos mas y profundizar en el Amor a Dios, y todo lo que quieran compartir. Los espero con sus mensajes y propuestas a traves del facebook, msn, y si alguien quiere salir al aire en la radio debe bajar el programa spyke y agregarme psicologaadrianataccone.
España las 19:00
Buenos aires : 15:00
Puerto Rico : 14:00
Caracas : 14:00
Bogotá: 13:00
Lima:13:00
Santiago: 14:00
Sao paulo:15:00
Rio de janeiro:15;00
Mexico:12:00
Bolivia : 13.00


un abrazo

jueves, 3 de marzo de 2011

Murió "rey del aborto" que se convirtió en líder pro-vida

Bernard Nathanson, el célebre médico que se convirtió en un incasable líder pro-vida tras hacerse responsable de 75 mil abortos, falleció este lunes 21 de febrero en Nueva York víctima de cáncer

Nathanson, de 84 años de edad, fue uno de los más activos promotores de la legalización del aborto en Estados Unidos y uno de los fundadores de la Liga de Acción Nacional por el Derecho al Aborto en 1969 y practicaba tantos abortos al día que sus colegas lo bautizaron como "el rey del aborto".



A fines de la década del '70 gracias al uso del ultrasonido se convenció de que el aborto era el asesinato de un ser humano y empezó su camino de conversión.



En 1984 logró que un amigo médico grabara el ultrasonido de un aborto y a partir de ese material realizó el hoy famoso documental "El grito silencioso" que destapa la verdad sobre esta práctica anti-vida y asegura que no hay justificación alguna para asesinar a un no nacido.



Nathanson, que admitió haber abortado incluso a su hijo, atravesó un largo e intenso camino espiritual en el que dejó de considerarse un "judío ateo" para abrazar la fe católica.



Recibió los sacramentos de iniciación cristiana en diciembre de 1996 en una ceremonia presidida por el fallecido Arzobispo de Nueva York, Cardenal John O'Connor.



"Durante diez años, pasé por un periodo de transición. Sentí que el peso de mis abortos se hacía más gravoso y persistente pues me despertaba cada día a las cuatro o cinco de la mañana, mirando a la oscuridad y esperando (pero sin rezar todavía) que se encendiera un mensaje declarándome inocente frente a un jurado invisible", afirmó Nathanson en una entrevista.



Su amistad con el sacerdote católico, el Padre John C. McCloskey, le permitió descubrir que permanecer en el agnosticismo, lo conducía al abismo y encontró en la fe católica el consuelo que buscó por tanto tiempo

viernes, 28 de enero de 2011

Trastornos piscológicos en mujeres que han abortado

Depresión, hostilidad y conducta autodestructiva son algunas de las consecuencias psíquicas que sufren las mujeres que han abortado, que en España suman ya más de 800.000. El "Síndrome Post-aborto" (SPA) ha sido estudiado en países como EEUU, Canadá, Finlandia, Francia, Suiza e Inglaterra. Un equipo de profesionales de salud mental ha iniciado la primera investigación sobre el SPA en España.

Según un estudio de la Real Academia de Obstetricia de Inglaterra, el 59 por ciento de las mujeres que abortan tiene altas probabilidades de sufrir problemas psiquiátricos graves y permanentes. Los trastornos psíquicos derivados del aborto se conocen como Síndrome post-aborto (SPA), un tipo de trastorno de estrés post-traumático (PTSD). Algunos de los síntomas más frecuentes son ansiedad, conducta agresiva, pesadillas, pensamientos o actos suicidas, bulimia, anorexia, abuso de alcohol y drogas y ruptura de relaciones de pareja.

Daños a largo plazo

El Síndrome post-aborto puede tardar años en manifestarse debido a la represión a la que recurren muchas mujeres como mecanismo de defensa. Según Juan Cardona, psiquiatra y académico de la Real Academia de Medicina de Valencia y miembro del equipo investigador español, «después del trauma que supone el aborto se deteriora la afectividad, la capacidad de querer, la voluntad, y todo lo demás viene en cascada: la ruptura con parejas sucesivas, la depresión y otras consecuencias negativas».

En cuanto a la relación de pareja, la doctora Emily Milling halló que el 70 por ciento de las 400 parejas de su estudio se rompieron en el año siguiente al aborto. Por otro lado, el doctor Phillip Ney, psiquiatra infantil de la Universidad de British Columbia, descubrió que el aborto aumenta el maltrato a los otros hijos. De hecho, en Estados Unidos el maltrato infantil ha aumentado un 1000 por cien desde que se legalizó el aborto.

También el suicidio aumenta notablemente entre las mujeres que han abortado. Los investigadores finlandeses Speckhard y Vaughan constataron que la tasa de suicidio en el año posterior al aborto era tres veces más alta que la media femenina, y siete veces más alta que la de las mujeres que habían dado a luz. El estudio más completo sobre el SPA data de 1997, y fue financiado por el Gobierno de Finlandia. Sobre una muestra de 9.129 mujeres, el estudio reveló que las que abortaron tuvieron 4 veces más probabilidades de morir al año siguiente que las que habían dado a luz.

Organismos internacionales que promueven el aborto han reconocido la existencia de secuelas psicopatológicas. La Federación Internacional de Planificación Familiar (Planned Parenthood) los ha confirmado en su Plan Trienal del período 1990-1993: «Una serie de estudios y encuestas de los opositores al aborto han mostrado que la incidencia del trauma post-aborto puede llegar a afectar al 91 por ciento de los casos. Algunos informes recientes del Instituto Alan Guttmacher que no han sido publicados indican que el alcance del problema puede haber sido correctamente calculado en dichos estudios».

Hasta ahora, el único estudio que existe en España sobre este Síndrome fue elaborado en 1993 por la Asociación Española de Neuropsiquiatría, titulado «Mujer y salud mental». En él se señalaban como rasgos de las mujeres que abortan más de una vez la inmadurez, la inestabilidad emocional, la sexualidad dependiente, los problemas de pareja y las tendencias de personalidad patológica como esquizofrenia y psicopatía. Según datos oficiales, el 25 por ciento de las mujeres que abortan ya habían abortado antes.

Primer estudio en España

Ante la ausencia de estudios especializados sobre este problema que afecta a casi un millón de mujeres en nuestro país, un equipo de psicólogos y psiquiatras ha elaborado una página web para dar a conocer los estudios internacionales sobre las secuelas del aborto. En ella se presenta un cuestionario para profesionales de salud interesados en colaborar para recoger datos de la población española con el fin de realizar un estudio sobre el SPA en España. Asimismo, desde su página web, www.nomassilencio.com, se ofrece ayuda psicológica a las mujeres que sufren el Síndrome.

Frente a la idea de que el aborto evita problemas psíquicos derivados de un embarazo no deseado, Pilar Gutiérrez, psicóloga e investigadora del SPA, aclara que «las estadísticas muestran todo lo contrario». Según la OMS, «las mujeres con algún trastorno emocional corren mayor riesgo de desajustes mentales después del aborto»..


Sandra Gutierrez

domingo, 16 de enero de 2011

La Iglesia y el Psicólogo católico.Orientar en la vocación sacerdotal y en la vida religiosa y consagrada

El título de la ponencia me invita a dividir lo que voy a decir en dos puntos: en respuesta a la primera parte del título reflexionaré sobre la relación entre ciencia y fe y, por consecuencia
entre psicología y fe; en respuesta a la segunda parte trataré de dar algunas indicaciones para orientar la labor del psicólogo en relación al discernimiento y maduración de la vida sacerdotal y religiosa.

Comienzo mis reflexiones tomando pie del tema general de esta sesión: «La Formación del psicólogo hoy». La palabra «formación» indica una distinción que siempre se ha hecho en las tareas educativas: una cosa es la «instrucción» y otra cosa es la «formación».
De hecho la Universidad Europea de Roma, Universidad hermana y vecina del Ateneo Regina Apostolorum donde trabajo, tiene como lema en su página WEB la siguiente audaz aseveración: «Formamos personas, preparamos profesionistas». Sin entrar ahora en un desarrollo de estos conceptos
podemos pensar que la «formación» tiene una connotación más holística que la mera
preparación profesionista que se caracteriza, tal vez, por el análisis. De esto se trata ciertamente en el caso del psicólogo católico.

1. Psicólogo católico. Tarea exigente

El psicólogo está llamado a hacer una síntesis personal entre la ciencia psicológica, la fe y los fenómenos intrínsecos a la vocación sacerdotal y de la vida religiosa y consagrada. Huelga
decir que la tarea no es fácil. Al inicio de la historia de la psicología hubo contrastes muy serios con la religión y hoy, aunque el clima es más sereno y algunas elementos ideológicos han
caído en desuso, persiste la dificultad porque conocemos aún mejor la complejidad de lo que implica un verdadero diálogo entre las ciencias y la fe. Menciono aquí algunas dificultades que tal vez no debería tener lugar en un psicólogo católico: pero yo creo que es mejor ser humildes,
reconocer que todos somos hijos de nuestra cultura y que, por tanto, se debe hacer una labor permanente de purificación de la inteligencia para dejar realmente que la fe influya en la vida práctica.

La primera dificultad consiste en una cierta inconmensurabilidad entre los dos campos.
Hablan dos lenguajes cuya traducción simultanea no es fácil. El otro día escuché a un profesor de física nuclear hablando con cierto desánimo de la filosofía de la ciencia. Decía que, por un lado el filósofo no suele conocer la ciencia y tiende a hacer castillos en el aire; pero, por otro
lado, el científico no suele conocer la filosofía, con el peligro de hacer extrapolaciones peligrosas a partir de los datos científicos. También el psicólogo católico puede sufrir por todo esto, puede sentir también la tentación de usar la psicología «como si Dios (fe) no existiese».

La psicología y la consecuente terapia practicada por un creyente debería ser cualitativamente diferente pero el peligro de una homogeneización con una psicoterapia secularizada siempre existe. Entonces cualquier problema tendrá solo causas de tipo psicoanalítico e una solución
de la misma naturaleza sin dar espacio a los conceptos propios de la tradición cristiana: pecado, gracia, etc.(1).

Otra dificultad para la formación nace de un cierto clima difundido de sospecha contra la Iglesia en el campo de la libertad científica: se teme que la fe y la religión sean un obstáculo para la ciencia. Aunque haya sido estudiado seriamente y explicado en sus justos términos, se
sigue dando mucha publicidad al antiguo conflicto de la Iglesia con Galileo y esto perdura como una leyenda negra que puede desorientar o influir sutilmente. De esto el Magisterio de la Iglesia ha hablado muchas veces tratando de asegurar a los científicos de todas las ramas que
la fe no es un obstáculo para la razón sino al contrario. Autores como Drewermann, de quien hablaremos después, consideran que la dictadura de los teólogos impide toda manifestación de pensamiento crítico, innovador. Sin embargo, en la historia muchos de los grandes científicos han sido religiosos.

Como respuesta a este problema puede ayudar mucha el texto del Concilio Vaticano II en el documento Gaudium et spes, 36. Ahí se dice en forma precisa: «Si por autonomía de las realidades terrenas se quiere decir que las cosas creadas y la sociedad misma gozan de propias leyes y valores, que el hombre ha de descubrir, emplear y ordenar poco a poco, es absolutamente legítima esta exigencia de autonomía. ... Por ello, la investigación metódica en todos los campos del saber, si está realizada de una forma auténticamente científica y conforme a las normas morales, nunca será en realidad contraria a la fe, porque las realidades
profanas y las de la fe tienen su origen en un mismo Dios. Pero si autonomía de lo temporal quiere decir que la realidad creada es independiente de Dios y que los hombres pueden usarla sin referencia al Creador, no hay creyente alguno a quien se le oculte la falsedad envuelta en
tales palabras. La criatura sin el Creador desaparece».

2. Un contraejemplo.

A donde un psicólogo católico no quisiéramos llegar .Por desgracia, en la historia de la psicología, no faltan casos que ilustran a dónde nos puede
llevar una psicología que no logra la armonía adecuada con la fe. Pienso ahora en un caso actual: Eugen Drewermann (2).
Drewermann, al trabajar desde la psicoanálisis con clérigos y religiosos llega a conclusiones que son una crítica feroz de la estructura eclesiástica. Encuentra que el niño reacciona a su
deseo de ser de más con el deseo compensador de darse y sacrificarse, a imagen de su madre sacrificada al marido. Esto es para Drewermann la vocación. Pero resulta que esa madre es autoritaria, tiránica y posesiva; reprime no sólo la sexualidad sino la personalidad entera,
produciendo unos hombres y mujeres reducidos a la condición de funcionarios eclesiales y dominados por la angustia. Como respuesta a esta angustia muchos clérigos tienen que refugiarse en la sexualidad con el otro sexo o con el mismo sexo como vía de salida.

Siempre en esta tesitura, Drewermann afirma también que el aparato eclesiástico es un
sofocante sistema coercitivo que produce alienación de todo sentimiento personal, una
fijación moral de la personalidad a través de un sistema de juramentos de fidelidades
coactivas, la destrucción o la deformación de los impulsos naturales, la racionalización de las estructuras inhibitoria, la escisión entre conciencia e inconciencia y entre voluntad y
motivación. Más técnicamente explica esta patología clerical como el resultado del conflicto permanente y radical entre el Id (la vida de pulsiones) y el Super Ego (las normas externas).

Dado que este conflicto es como una guerra entre Dios (Super Ego) y Lucifer (el Id) el conflicto tiene que terminar con la victoria de Dios (la norma-ley) y la derrota del Maligno (la vida de pulsiones, la vida de los deseos). En una batalla de este género no tiene espacio lo que sería la
acción mediadora del Yo critico y autónomo: toda «disobediencia» está prohibida por el
magisterio intolerante del Super Yo.
Este dinamismo se refleja en la noción de Dios que la religión católica difunde.

Cuando existe una angustia se trata de removerla. Pero no la removemos de verdad sino la proyectamos al exterior. En este caso la proyectamos en Dios. Así la realidad exterior (Dios) pierde sus
características propias y objetivas y asume las características de lo removido. Por esta
proyección abusiva, la imagen de Dios se hace ambigua: por un lado Dios es bueno pero, por otro lado, es tirano, castigador y vengativo precisamente porque a él se le atribuyen aquellos sentimientos ambivalentes, que el Super-yo no acepta y que el clérigo trata de remover.
El Prof. E. Drewermann explica el celibato sacerdotal como una cruzada contra el padre de la propia infancia y contra los impulsos masculinos del propio corazón. El celibato representa la culminación de la tendencia de la Iglesia de mantener a los fieles en un estado de minoría de edad (3).


3. Sugerencias para la formación del psicólogo católico

Intentaré ahora ofrecer algunas orientaciones para la formación de un psicólogo católico tomando en consideración su calidad de creyente y la capacitación que necesita para tratar adecuadamente temas como la vocación sacerdotal y la vida religiosa.

a) Comprensión de la experiencia religiosa cristiana. Drewermann nos enseña lo que un mal manejo de la psicología en relación con la vocación religiosa puede hacer. Pero nos ilustra también que la primera cosa que un psicólogo tiene que hacer es respetar el núcleo específico de la experiencia religiosa. En el caso del cristianismo es importante no perder de vista su
origen trascendente y que es una realidad que va más allá de los fenómenos psíquicos que la acompañan. Hay un tipo de religión que es orientada a «sentirse bien». El entonces Cardinal Ratzinger, en un paso en su libro-entrevista La Sal de la Tierra, explica cómo la gente quieren
solo recibir de la religión y no quieren aceptar que la religión puede también exigir. Buscan el elemento misterioso de la religión, pero quieren ahorrarse el esfuerzo de la fe. Piensan que
pueden tener la experiencia religiosa en su máxima expresión y, al mismo tiempo, permanecer completamente dentro de un mundo medido por los parámetros científicos. El psicólogo tendrá que conocer esta faceta de la vocación religiosa. Para orientarse tendrá que mirar a aquellos hombres y mujeres ejemplares que demuestran la relevancia de la fe cristiana y evidencian
cómo esa fe puede ayudar a alcanzar la plenitud humana.


b) Instrucción religiosa sólida.
Si queremos una síntesis entre ciencia y fe será necesario que el psicólogo tenga una instrucción religiosa al mismo nivel de su formación científica. No podemos pensar que un psicólogo pueda hacer una síntesis vital entre una ciencia cultivada con excelencia y una formación religiosa que ha quedado «en pantalones cortos» o entre las
muñecas de la infancia. En su formación debe esforzarse por estudiar la vida religiosa y espiritual, las etapas de ésta y su desarrollo vocacional. Pero más importante que los libros, ojalá pueda recibir una parte al menos de su formación de profesores competentes en el campo científico y que tengan al mismo tiempo una vida religiosa sana. ¡El testimonio de una
persona así puede formar mejor que diez libros!

c) No temer las dificultades que pueden presentarse.
Hemos dicho antes que la relación entre
razón y fe, entre ciencia y religión no es fácil. Por esto, el psicólogo puede tener momentos de duda sobre algunas propuestas de las ciencias. Juan Pablo II, hablando precisamente del caso de Galileo decía que las dificultades momentáneas que pueden presentarse no son motivo de dudar de la fe sino que al contrario pueden ser momentos de crecimiento: la irrupción de una
novedad científica y metodológica obliga a las distintas disciplinas del saber a delimitar mejor el propio campo y método. Así, por ejemplo, en el siglo XIX y al comienzos del XX, el progreso
en las ciencias históricas obligó a los exegetas a reflexionar sobre el modo de interpretar la Sagrada Escritura. Creo que es esta actitud del Papa es excelente para entender cómo un psicólogo podría crecer en la integración de los datos de la ciencia y la vida de fe.

d) Tener siempre en mano la brújula de la dignidad de la persona humana.
Si es verdad que la ciencia tiene que buscar progresar y tiene que seguir la metodología propia de cada disciplina, esta exigencia no debe significar poner en segundo orden aquello que exige estar
en primer lugar: el hombre, la persona humana, el mundo de la espiritualidad (4). Dado esta riqueza interior del ser humano la fe cristiana capacita al creyente a interpretar, mejor de cualquier otro, las instancias más profundas de su ser y puede indicar con una serena y tranquila seguridad el camino y los medios de una plena realización. En sus años de
pontificado el Papa Pío XII tuvo muchos encuentros con psicólogos y ofreció en sus discursos una amplia gama de indicaciones preciosas sobre cómo ha de actuar el psicólogo católico.

También él explicaba cómo las verdades religiosas no hacen más que iluminar mejor lo que es el hombre: «Los límites trazados (por la moral) no son un obstáculo para el progreso. En el campo de la medicina sucede como en otros campos de la investigación, de la experimentación y de la actividad humana: las grandes exigencias morales obligan la torrente impetuosa del pensamiento y del querer humano a correr, como el agua de las montañas, por
una cauce preciso; lo limitan para aumentar su eficacia y utilidad; la encauzan para que no se derrame causando destrucción, destrucción que no podría ser compensada jamás por el bien aparente que se pretendía lograr; se podría decir que los límites morales son un freno; pero, de hecho, dan una contribución a todo lo que el hombre ha producido de mejor y de más bello
para la ciencia, para los individuos, para la comunidad» (5).

e) Indicaciones prácticas sobre el discernimiento de las vocaciones.
Este es un punto muy delicado donde interactúan estrechamente la ciencia y la fe. He aquí algunas indicaciones que
merecerían la consideración atenta del psicólogo.

1) Reconocer el valor de la vocación. Al psicólogo se pide en primer lugar un conocimiento y una aceptación de lo que es la vocación al sacerdocio o a la vida consagrada en la Iglesia. El discernimiento como tal de una vocación no puede entrar en la competencia de la psicología
sino que es un don a la Iglesia y su discernimiento definitivo queda en manos del obispo y de aquellos que éste asigna como formadores.

II) Discernimiento. Sin embargo, dado que la vocación es un don para la Iglesia, se requiere en el candidato una serie de virtudes morales y espirituales sobre las cuales la psicología puede y debe prestar un ayuda importante. Esta ayuda puede darse al inicio en el aspecto del discernimiento o durante el proceso formativo en el aspecto de la maduración.

Es de especial importancia trabajar en la detección de aquellos problemas psíquicos que pueden quedar escondidos y que se manifiestan solo después, a veces con efectos graves para el sacerdote y para los fieles. Esta indicación es de especial importancia si pensamos en el ambiente difícil de donde provienen hoy los candidatos al sacerdocio y cómo este ambiente puede dejar en sus almas heridas profundas que, si no son curadas puede, impedir un camino de formación.

Es evidente que el psicólogo tiene que estar atento a distinguir entre problemas patológicos y problemas inherentes en la consecución de las virtudes. En ambos casos su colaboración puede ser útil pero el no distinguir una cosa de la otra podría ser desastrosa.

Algunas veces el psicólogo tendrá que ayudar al candidato a aceptar salir del camino inicialmente emprendido, haciéndolo ver que no podría continuar sin perjudicar seriamente su propia felicidad humana y, tal vez, el ministerio que piensa servir.

III) La donación de sí. Un tema particularmente delicado es la visión que el psicólogo tenga de la perfección moral y espiritual y del ideal de oblación hacia el cual el candidato se encamina.
Una teoría psicológica que no diera lugar a esta dimensión de la persona no sería apta para trabajar en este campo de la vocación. Por otro lado, el psicólogo podrá ayudar al candidato a entender el rol del ideal y la razón de ser de las reglas de vida para llevarle a una asimilación personalizada de un estilo de vida coherente con su estado. Para el sacerdote es fundamental
aprender a vivir con amor las exigencias de su vida consagrada. Drewermann decía que los
clérigos son víctimas de una moral impositiva y destructora. Esto es seguramente una generalización pero señala un peligro del proceso de formación. El psicólogo puede jugar un papel decisivo en discernir si el candidato está viviendo las exigencias de su vocación con amor, si ha llegado a la madurez, o si está deformando su relación con el ideal normativo.

IV) También en relación al celibato el psicólogo tiene que realizar una obra fina de discernimiento. Como en otros campos, tendrá que entender que el celibato es un don, que se debe cultivar sobre todo en la oración, en la perspectiva del Reino y no en base a puras categorías psicológicas. Su colaboración no es solo para discernir la presencia de problemas
potenciales (dependencia afectiva excesiva, agresividad, incapacidad de establecer relaciones fraternas, incapacidad de asumir responsabilidad, narcisismo...) sino también para favorecer la libertad interior de los candidatos para que puedan acoger plenamente la llamada de Dios.

De esta forma la intervención del psicólogo será vista en su justa luz, no solo ni siempre en relación a patologías.

V) Confidencialidad. El psicólogo, en el discernimiento de las vocaciones, está llamado a interactuar con los candidatos y con los formadores. Esto constituye una situación particular
en la que deberá saber conjugar la responsabilidad institucional con la confidencialidad que supone su trabajo. La Iglesia reconoce el derecho de toda persona a cuidar su reputación y su mundo íntimo (cfr. can. 220). Por tanto, se supone siempre el consentimiento previo, explícito
y libre del candidato cuando se trata de proponerle una pericia psicológica. Por otro lado, el candidato, al ejercer su derecho de intimidad, tiene que tener en cuenta el bien común de la Iglesia (Cfr. can. 223 § 2) y la obligación de que el Obispo pueda discernir el acceso de un
miembro de la Iglesia al sacerdocio (cf. can. 1052 § 3). El candidato tiene que la vocación no es cuestión de derechos sino un don a la Iglesia y para el servicio en la Iglesia. Aceptará así las condiciones de formación y de garantías que la Iglesia puede pedir para que se pueda realizar
ese servicio. Convicciones de este tipo inducirán al candidato a colaborar con sus formadores en forma sencilla y abierta.

Estas son algunas indicaciones que solo introducen el tema de la labor del psicólogo católico en el campo del discernimiento y formación de candidatos para el sacerdocio. Hay mucho que
hacer para desarrollar todas las potencialidades de la fe cristiana. Hay muchos trabajando ya en este campo. Menciono aquí The Catholic Institute for the Psychological Sciences (CIPS) que
opera desde hace varios años en Washington. Los fundadores de este Instituto están
convencidos de que los terapeutas católicos tienen una perspectiva única que puede
enriquecer toda la psicología. Cristo es el Médico por excelencia, que acompaña nuestro
trabajo en cuanto somos sus colaboradores instrumentales. En la Iglesia disponemos de 2000 años de experiencia de trato con el hombre, tenemos la oración y los sacramentos como ayudas eficaces, formamos comunidad con un ejército de hombres y mujeres santos que con su ejemplo y con su doctrina nos indican el camino por donde el hombre puede alcanzar su plenitud humana y espiritual. Sobre esta base se desarrolla el trabajo diario de un psicólogo
católico. ¿No es una aventura que entusiasma? Juan Pablo II contestaba esta pregunta dirigiéndose a la Universidad Católica de Milán: «Sí, lo es porque, moviéndose dentro de este horizonte de sentido, se descubre la unidad intrínseca que existe entre las diversas ramas del
saber: la teología, la filosofía, la medicina, la economía, cada disciplina, incluidas las tecnologías más especializadas, porque todo está unido». Gran parte de la ciencia ha nacido
de este planteamiento, ha nacido "ex corde Ecclesiae" con gran beneficio del hombre. Estla Iglesia y el psicólogo católico. Orientar en la vocación sacedortal, en la vida.

P. Michael Ryan | Fuente: Fiamc
1) Cfr. F. Bridger - D. Atkinson, Counselling in Context. Developing a Theological Framework, Darton, Longman and
Todd, London 1998.

2) Entre sus libros se encuentran: Psicología de lo profundo y exégesis, Psicoan_lisis y teolog_a moral, Cl_rigos: Psicodrama de un ideal, Editorial Trotta, 1995; PSICOLOG_A Y TEOLOG_A MORAL 4 Vols.; Angustia y culpa, Descl_e De Brouwer,
1996.


3) Der Spiegel (30-X-1989). Aceprensa 24/05/1995

4) Cfr. A. Gemelli, Le conquiste della scienza e i diritti dello Spirito, in “Vita e Pensiero”, gennaio 1958.

5) Pio XII, Discorso al congresso internazionale di Istopatologia del sistema nervoso, 14 settembre 1952.

martes, 11 de enero de 2011

Servir a los enfermos en su cuerpo, alma y espíritu, pide el Papa

En un mensaje a los participantes del 23º Congreso Mundial de la FIAMC

LOURDES, lunes 10 de mayo de 2010 (ZENIT.org).- Benedicto XVI impulsó una asistencia sanitaria que abarque a toda la persona en su integridad como un servicio de amor, en un mensaje dirigido a los participantes del XXIII Congreso Mundial de la Federación Internacional de Asociaciones de Médicos Católicos (FIAMC).

Unos mil médicos y personal sanitario de cincuenta países participaron en este congreso-peregrinación, celebrado del 6 al 9 de mayo en Lourdes (Francia) bajo el título Nuestra fe de médicos.

A todos ellos, Benedicto XVI les animó a “servir a los enfermos con amor en su cuerpo, en su alma y en su espíritu”, así como a “profundizar la verdadera identidad de su ser de médicos católicos”.

“Los católicos -pidió- se deben sentir testimonios del amor sin límites que Dios lleva a todos los que sufren en el cuerpo, en el alma y en el espíritu”.

En su mensaje, el Papa también destacó “la importancia en estos tiempos del respeto a la vida humana”.

Por su parte, el presidente del Consejo Pontificio para la Pastoral de la Salud, monseñor Zygmunt Zimowski, destacó, en su intervención de apertura, la vigencia de la Carta de los agentes sanitarios.

Este documento publicado en 1995 por el dicasterio que preside actualmente, señala que la asistencia espiritual y religiosa “es un derecho fundamental del enfermo y un deber de la Iglesia”.

En este sentido, monseñor Zimowski recogió la indicación del Papa de atender las necesidades de la dimensión física, psíquica y espiritual de la persona.

Y afirmó que todos los agentes sanitarios deben crear las condiciones para que todo aquel que pida asistencia religiosa, ya sea de manera explícita o implícita, pueda recibirla.

También propuso el testimonio de “verdaderos” médicos católicos que se han comprometido en la defensa de la vida y han rechazado la especulación y los comportamientos superficiales.

Se refirió a los santos Giuseppe Moscati y Riccardo Pampuri, de la orden de los Hospitalarios de san Juan de Dios, a santa Gianna Beretta Molla y al profesor Jèrôme Lejeune.

Y declaró que “los médicos católicos son aquellos que pueden representar el verdadero rostro de la cura y de la esperanza”.

Según explicó a ZENIT el presidente de la FIAMC, José María Simón Castellví, “el congreso tuvo un gran contenido espiritual, con muchos actos de piedad” en torno al Santuario de Lourdes.

El programa científico se dividió en cuatro sesiones, dedicadas a Dios creador, Jesucristo redentor, Espíritu Santo santificador y una última sesión pro-vida dedicada a la Virgen María.

Durante el congreso, la federación de médicos católicos otorgó el Premio Ciencia y Fe, que normalmente se concede a médicos, al canciller de la Academia Pontificia de las Ciencias, monseñor Marcelo Sánchez Sorondo.

Simón Castellví explicó que el premio quiere reconocer “su incansable defensa de la ciencia y de la fe” y “este año se ha dado a un obispo también porque es el Año Sacerdotal”.

La FIAMC está constituida por unas sesenta asociaciones nacionales de médicos católicos de todo el mundo.

Está subdividida en seis regiones: África, Asia, Australia y Nueva Zelanda, Europa, América del Norte y América Latina.

ZS10051009 - 10-05-2010
Permalink: http://www.zenit.org/article-35300?l=spanish

miércoles, 29 de diciembre de 2010

La “psicología de las alturas”.

La formación psicológica de Allers está, sin dudas marcada por el influjo de Alfred Adler. Sin bien, por los motivos antes indicados, ambos autores se separaron, Allers siempre mantuvo el respeto por su maestro y conservó los puntos fundamentales de su psicología, aunque integrándolos desde la perspectiva más amplia del pensamiento católico.


La postura de Adler frente al psicoanálisis, luego de su disputa con Freud, fue sumamente crítica. Adler reprueba, primeramente, su esquematismo.[6] Desde el punto de vista teórico, critica la reducción de todas las motivaciones a la sexual, y el descuido de la finalidad. Según Adler, la conducta se debe interpretar en función de fin que el individuo, consciente o inconscientemente, persigue. Desde esta perspectiva, los trastornos sexuales, que tanto han llamado la atención del psicoanálisis, aparecen como factores secundarios, que deben ser interpretados en el conjunto de la personalidad, que se comprende desde la meta o fin.[7]



Esta es una perspectiva que Allers pondrá en el centro de su modo de hacer psicología: los aspectos parciales de la personalidad no se pueden comprender sino integrados en la personalidad total.[8] Sobre esto volveremos en breve.



Nuestro autor, a las críticas de Adler, suma las propias: el psicoanálisis se basa en una filosofía incompatible con el cristianismo. La separación propugnada por algunos autores, como Roland Dalbiez[9] y Jacques Maritain[10], del método psicoanalítico y la filosofía de Freud, de tal modo que la primera, científicamente correcta sería aceptable, mientras que la segunda se podría rechazar, sin afectar en nada el núcleo de técnicas psicoanalíticas, es fuertemente rechazada por Allers[11]. El psicoanálisis de Freud no es una ciencia, sino una ideología, que depende de algunos desarrollos de la filosofía moderna (iluminismo, romanticismo, filosofía del inconsciente). Por otra parte, se basa en paralogismos inaceptables a la razón y, cada vez que se ataca lógicamente al psicoanálisis, sus cultores responden con argumentos ad hominem.[12]



El peor defecto del psicoanálisis, y no sólo de éste, es la “obsesión por lo inferior”, la “mirada desde lo bajo”:



Esta manera de considerar la naturaleza humana no es más que una de las numerosas formas por las que se manifiesta una tendencia general que, después de siglos, ha pervertido la mentalidad occidental. Podría nombrársela: la mirada desde lo bajo. Todo lo que es inferior, todo lo que se acerca a la naturaleza bruta o incluso muerta, es juzgado como lo más verdadero, lo más natural, lo más importante. Si uno arroja una mirada sobre tantas herejías, tantas modas intelectuales, también descarriadas, tantas pseudo-filosofías, tantas ideas sociales corrientes: por todas partes uno encontrará esta idea funesta de que lo inferior constituye el fondo y el centro de la realidad, lo que realmente importa, que buscarlo, es hacer un acto de ciencia, y que vivirla es conformarse a las exigencias más verdaderas de la naturaleza humana.[13]



La “mirada desde lo bajo” es un peligro enorme en psicoterapia y en pedagogía, porque anula la posibilidad de cambio o de progreso. Por ello hay que asumir otra perspectiva, ver las cosas con otra luz: “Como en filosofía o en psicología, no hay punto de vista más peligroso, en materia de psicoterapia o de ascesis que este que hemos nombrado ‘la mirada desde abajo’. Es necesario elevar los ojos hacia las alturas de nuestra vida y del ser en general.”[14] Es decir, la psicología debe superar el estancamiento del encerramiento en sí misma[15], y atreverse a “mirar las cosas ‘desde lo alto’”, es decir, transformarse en una psicología de las alturas, y ya no sólo, en sentido psicoanalítico, una psicología profunda.[16]



3. Neurosis, pecado y “conflicto metafísico”.



Allers distingue entre aquellos trastornos mentales que son enfermedades en el sentido estricto del término, y la neurosis, que es sólo enfermedad por analogía. Mientras que las enfermedades propiamente dichas son desórdenes del cuerpo, la neurosis no es primero y principalmente un trastorno del cuerpo, sino del alma.



Según Allers, ante todo, hay que distinguir los “síntomas neuróticos” del “carácter neurótico”. Además, una cosa es una neurosis propiamente constituida, y otra la aparición de rasgos, que integran la neurosis, en una personalidad que es fundamentalmente sana. Aquí se pone de manifiesto la insuficiencia de un diagnóstico meramente descriptivo. Para diagnosticar la neurosis es necesario el conocimiento de la personalidad total, de su estilo de vida, de los fines que persigue, y su actitud frente a la vida como un todo.



Es necesario saber distinguir entre la neurosis que se manifiesta con síntomas, sean orgánicos, sean puramente mentales, y el ‘carácter nervioso’ como decía el Dr. Adler; también es necesario saber distinguir entre la neurosis -manifiesta o no- y la aparición de ciertos rasgos más o menos neuróticos en una persona sana. No se debe declarar neurótico a cada individuo que sufre de alguna perturbación ‘nerviosa’; el diagnóstico de neurosis reposa siempre y sin ninguna excepción sobre el estudio de la personalidad total.[17]



Allers sigue en general la concepción adleriana de la neurosis. Para el fundador de la psicología del individuo, el carácter neurótico surge del intento supercompensatorio del complejo de inferioridad a través de la voluntad de poder, que tiene como meta el sentimiento de personalidad.[18] El neurótico es una persona que busca por todos los medios, aún a través de la debilidad y la enfermedad, llegar a ser alguien, llegar a la cima. A esta meta, el neurótico subordina todas sus fuerzas cognitivas (imaginación, memoria, etc.) y afectivas. Este fin de superioridad, se concretiza en particular a través de determinadas imágenes y figuras, complejos de representaciones, que se ponen como metas o fines “ficticios” (la masculinidad, el poder, la riqueza, etc.).[19] De este modo el neurótico se va creando una “técnica de vida”, e incluso a veces la justifica con una “filosofía de vida”[20], que se traduce en el “estilo de vida”, que configura su carácter.



Nuestro autor, en estas ideas, se mantiene fiel a Adler. Allers identifica la “voluntad de poder” del neurótico, con la superbia, que muchas veces puede no ser consciente, y que configura el carácter en un sentido negativo y destructivo.



El Dr. Adler veía más justo de lo que él lo sabía, cuando enseñaba que los rasgos característicos del neurótico son la expresión y la consecuencia de esta ambición inaudita, ambición sin embargo velada a los ojos del “enfermo”. Pero no ha podido, a causa de ciertas limitaciones de su pensamiento, sea a causa de otros factores, medir toda la importancia de su descubrimiento. A decir verdad, este descubrimiento no era nuevo; se encuentra aquí y allá en ciertos tratados, muy antiguos e ignorados por los psicólogos y los médicos, pasajes que denotan un conocimiento sorprendente de estas cosas.[21]



El carácter ficticio de la vida del neurótico es llamado por Allers, mentira existencial. En el fondo en el carácter neurótico se daría según Allers una subversión, consciente o no, del orden axiológico. La realidad se venga de esta pretensión egoísta del neurótico con el malestar.



Hemos dicho que la rebelión consciente o no, contra el orden axiológico o el orden de la dignidad conduce necesariamente a la mentira. Esto es -entre paréntesis- lo que hace que tantos neuróticos den la impresión de no ser realmente “enfermos” y por eso los demás los acusan de mala voluntad, de exageración e incluso de simulación. Esta mentira es inextricable porque para rebelarse es necesario que el hombre exista, y porque existiendo, es incorporado, por así decir, en este orden que él rehusa aceptar.[22]



En el hombre se da una dualidad interior. Es la dualidad constatada por la tradición cristiana, por san Pablo y por san Agustín, de la carne que se rebela contra el espíritu. Dice Allers: “El hombre arrastrado por una fuerza misteriosa, no necesariamente demoníaca (cf. lo que dice San Agustín de la ‘segunda voluntad’, Confesiones VIII, 9), hacia una actitud esencialmente insensata, contraria a la objetividad,[23] se vuelve por eso mismo, en virtud de una ley inexorable, la presa de la mentira.”[24] Esta mentira se instala cuando la persona no quiere ver la realidad: “No solamente existe la mentira que afirma una proposición contraria a la verdad, sino también aquella que cierra voluntariamente los ojos delante de la verdad.”[25] La mentira es también llamada por Allers “inautenticidad”.



Según Allers, en el fondo del corazón del hombre existe la tendencia a la rebelión, y esta es la causa profunda del trastorno caracterial llamado neurosis. Allers habla incluso de un “conflicto metafísico”, pues no se trata simplemente de una rebelión frente a una cosa particular, sino frente al orden total de la existencia.



No es posible explicar aquí cómo esta actitud de rebeldía interior, que generalmente el sujeto no reconoce como tal, constituye un factor de una importancia central en la evolución de las neurosis. El objeto de la rebeldía no es un hecho aislado, un sufrimiento, un conflicto, sino el hecho total de no ser más que una creatura, limitada en su poder, en su existencia, en sus derechos. A pesar de los miles o millones de años que han corrido después de que la serpiente empujó a los primeros hombres a la rebelión, las palabras del demonio no han cesado de hacerse escuchar sordamente en las profundidades de nuestro yo: eritis sicut Dii.[26]



La referencia de Allers al pecado original no es ociosa. Según el psiquiatra vienés, la naturaleza caída es la fuente de esta tendencia a la rebelión, de esa dualidad que está a la base del trastorno neurótico. Dejado a sí mismo, todo hombre es virtualmente un neurótico.



La neurosis surge de la exageración acaecida en la divergencia -que existe en toda vida humana- de voluntad de poderío y posibilidad de poderío. En otras palabras: es un resultado de la situación puramente humana, tal como está constituida en la naturaleza caída. Puede igualmente decirse que, orientada hacia lo morboso y pervertido, es consecuencia de la rebelión de la creatura contra su finitud e impotencia naturales.[27]



Esta neurosis virtual, que caracteriza a todo hombre por el hecho de tener la naturaleza caída y sufrir dentro de sí la rebelión de sus miembros contra la ley de la razón, se actualiza, según Allers, cuando se manifiesta el “conflicto metafísico”.



El carácter nervioso se transforma en neurosis manifiesta desde que la situación del individuo amenaza con ponerlo frente al “conflicto metafísico”. En ciertas condiciones, este conflicto puede quedar absolutamente ignorado. Este es el caso cuando el individuo vive en un medio donde las leyes de la metafísica -y por lo tanto de la realidad- han sido abolidas por algún decreto. (Realmente no pueden ser abolidas, eso se entiende, pero se les puede hacer creer a las masas porque son demasiado crédulas). Sería posible si hubiera una disminución de la neurosis en un país donde el hombre, la raza, la sociedad, el Estado son declarados el bien supremo. Pero no se podría concluir de eso que esas ideologías son más ‘sanas’ que lo es la filosofía cristiana. Uno debería solamente juzgar que estas ideologías impiden la eclosión de la neurosis porque enseñan a la mayoría de los hombres un método propio de apartar los ojos de la verdad.[28]

sábado, 25 de diciembre de 2010

Hoy a Nacido el Rey del cielo y de la tierra .FelizNavidad a todos

Especialmente mis saludos a aquellos que estan tristes, que sienten el vacio del abandono , el desamparo, la perdida de un ser querido...
No te desanimes, reza, ponte a rezar si no sabes como solo invoca el Nombre de JESUS. Buscalo, llamalo, llora...no temas El te escuchara .Si lo haces con constancia y fe una puerta de luz se abrira.
Feliz Navidad para todos.
Adriana

martes, 21 de diciembre de 2010

Sobre la depresion


Padre, dígame unas palabras sobre la depresión, esa forma tan aguda de tristeza y desinterés por todo.
Es interesante examinar esta “ausencia de presión” a que alude la palabra con la que se designa el padecimiento. Se considera el estado normal de la persona este estar presionado hacia afuera, de tal manera que se hacen muchas cosas y se está interesado por una variedad de temas y hay metas y proyectos. En ese sentido hay una “presión” interior que se manifiesta como actividad, una vida en movimiento.
Entonces, yendo de a poco, la de-presión sería una ausencia de tonicidad, una falta de entusiasmo muy grande, un desinterés como bien dices. Una pérdida acusada de la vitalidad. En topografía por ejemplo se habla de la “depresión del terreno”, cuando este se a hundido,cuando está debajo de la línea general.
Pero yendo al punto, creo que lo primero es determinar la causa por la cuál alguien se encuentra en ese estado deprimido.
No son pocos los místicos que han pasado por una profunda depresión anímica, antes de su momento de iluminación, o de percibir la realidad de Dios como presente en esta vida. Antes de su acceso al cielo que está en nosotros y fuera de nosotros, parecieron ver lo contrario, se sumieron en profunda oscuridad.
Tiene lógica, porque antes de abrazar lo eterno, suele producirse el necesario abandono del apego a lo terreno. Y este desapego surge de un haber comprendido que nada de lo del mundo puede llenar el vacío en el corazón del hombre.
Hay una etapa en la vida de numerosos santos y ascetas conocidos, en la cual aquello que los motivaba deja de impulsarlos. Si estaban en un apostolado, este se les presenta como carente de significado. Si vivían vida mundana y materialista, descubren que ni el dinero ni el amor humano lograrán darles paz duradera. Si gozaban de renombre, caen en la cuenta de la fatuidad de la aprobación ajena, cuando esta se hace la meta de las acciones.
En este sentido, entonces, puede que la causa de una depresión anímica sea la etapa espiritual que se vive, en la que abandonando los viejos intereses, no se logra aún ver el alba de lo nuevo.
Es interesante Padre lo que dice, pero no creo que sea la razón mas habitual de la depresión hoy en día…
Estás en lo cierto. Hablando ya en términos mas generales, la depresión puede ser vista como una respuesta inadecuada a la frustración de algún deseo.
Hace mucho tiempo un amigo comentaba acerca de lo que serían respuestas alienadas a lo que ocurre. El decía, dando un ejemplo, que si uno se encontraba ante un muro y de repente veía que esa pared comenzaba a desplomarse encima de uno, surgían dos respuestas probables:
O se emprendía rápida carrera alejándose del muro que caía o se ponía la persona a gritar y entonces era aplastada por la muralla. La primera sería una respuesta acertada, ya que evitaba el peligro, la segunda un muy ineficaz modo de afrontar el problema. Bien, la depresión, sería, desde este punto de vista, ponerse a gritar frente a lo sucedido.
Es una especie de ritual anímico, que pareciera esconder un reclamo a la vida por no haber producido esta lo que se anhelaba. Esta variante es de lo más común.
El muchacho por ejemplo es abandonado por su novia y se sume en depresión. Es decir, perdido el objeto de su deseo, deja de moverse, ya nada le interesa.
Pero detrás de esta conducta, parece manifestarse un reproche a la vida. Es como si el deprimido dijera… “Ah bueno, entonces no haré mas nada, ¡verás como soy capaz de abandonar todo!”. El suicidio claro, sería el extremo de esta conducta de reclamo.
Una observación de interés que nos puede servir para aprender de nosotros mismos es: en general se deprime el que puso el valor en algún objeto, sea este del mundo interior o exterior. Cuando el énfasis se ha puesto en el hacer o en el tener y no en el Ser.
Atiende al jugador en un deporte de competencia por caso: Cuando tiene chances de ganar se lo ve motivado y activo, pero cuando el resultado muestra a las claras la imposibilidad de alzarse con el triunfo, baja los brazos y juega de compromiso esperando el fin del juego. Allí, la valoración estaba en el triunfo y no el juego por si mismo.
Distinta a la reacción de aquél que aún sabiéndose perdido, pone lo mejor de sí por el gusto del “hacer lo mejor posible en todo momento”.
Hay un hacer ceremonial, un anhelo de perfección que va mas allá de los resultados y que puede colmarnos desde ahora mismo…
 del blog hesychia
por Mario de Cristo Salvador

viernes, 17 de diciembre de 2010

La normalidad: orden, santidad y amor.

Siendo esta inclinación a la neurosis universal ¿Tiene sentido hablar de normalidad o de salud? ¿No tiene razón en el fondo Freud, y quienes lo siguen, al negar la posibilidad de una curación total? En absoluto. La postura de Allers está muy lejos del pesimismo psicoanalítico, que reduce la curación a la toma de consciencia del desorden, sin posibilidad de remediarlo.



En primer lugar, Allers pone de manifiesto la limitación de una concepción meramente estadística de normalidad.



Supongamos que en un país hubiera 999 hombres afectados por la tuberculosis y sólo uno que no estuviera enfermo. ¿Se podría concluir que el “hombre normal” es aquel cuyos pulmones están carcomidos por la enfermedad? Lo normal no se confunde con la media. Si pues, según la media, el hombre se decide por el instinto, esto no prueba que no pueda hacer otra cosa, ni que los valores elevados son por naturaleza débiles.[29]



Si el criterio estadístico fuera la norma decisiva, la normalidad sería la tristeza, el fracaso, la rebelión, el desequilibrio... Para Allers, el criterio de normalidad se toma del orden de la realidad, y esto ya al nivel de la medicina.



La medicina, tratando a un enfermo, no tiene solamente la intención de liberarlo de sus sufrimientos y de hacerse capaz de ganarse la vida; quiere también y sobre todo restaurar el estado “normal”, porque sabe que lo “normal” es lo que “debe” ser. [...] La medicina no puede más que aceptar, sea inconscientemente, sea incluso contra su voluntad, la idea de un ordo más allá de los hechos, un estado de cosas que no existe siempre pero que debe existir y cuya realización sólo constituye el estado “normal”.[30]



La anormalidad constituye, por lo tanto, una ruptura del orden, aunque sea para recaer en un orden inferior al debido a su naturaleza, pues el hombre no puede abolir absolutamente todo el orden de la realidad, sino el que le está sujeto.[31] El desorden y anormalidad humanos acaecen, según Allers, por tres razones: la voluntad, la alienación mental en sentido estricto, y la neurosis, que participa un poco de ambas.



La acción anormal es el resultado o de una voluntad consciente, o de una alienación mental, o de esta curiosa modificación del carácter que llamamos neurosis. Cada acción o cada conducta está determinada por su fin. Este fin es, sin excepción alguna, la realización de un valor juzgado más alto que todo otro considerado en la misma circunstancia. Las leyes que rigen la normalidad de las acciones son las del orden objetivo de los valores. La anormalidad de una acción es, en ciertos casos, causada por la ignorancia o por una visión errónea del orden. Es más o menos el caso del alienado. En otros casos -esperamos que sean muy raros- el sujeto obra contra unas leyes no sólo conocidas por él, sino contra leyes de las cuales no pone en duda la validez. Esto es entonces la rebelión abierta, el satanismo declarado. Finalmente, hay una tercera actitud que se ubica de alguna manera entre las dos precedentes: es la rebelión cuya naturaleza y existencia el sujeto mismo ignora.[32]



Hemos visto en el punto anterior, que esta última forma de desorden está virtualmente en todo hombre por el pecado original, aunque no siempre se manifieste. Por eso volvemos a la pregunta inicial ¿Es posible la normalidad? En caso afirmativo ¿En qué consiste? Allers responde de la siguiente manera.



Del hecho que la inautenticidad constituye, como a todo el mundo es dado a entender, un rasgo esencial del comportamiento neurótico, se sigue además la consecuencia de que solamente aquel hombre cuya vida transcurra en una auténtica y completa entrega a las tareas de la vida (naturales o sobrenaturales), podrá estar libre por entero de las neurosis; aquel hombre que responde constantemente con un decidido ‘sí’ a su puesto de creatura en general y de creatura con una específica y concreta constitución. O dicho con otras palabras: “al margen de la neurosis no queda más que el santo”.[33]



Esto puede sonar extraño, y en efecto, a causado muchas polémicas. Pero si se analiza bien la concepción allersiana de la neurosis, como no reducida al trastorno declarado y explícito, sino como existente radicalmente en todo hombre a causa de la naturaleza caída, estas afirmaciones son del todo lógicas (por no decir, además, que son congruentes con la experiencia cristiana). Pero Allers no se queda en la constatación, por así decir, “negativa” de la ausencia de neurosis en una vida santa o que tiende realmente a la santidad[34], sino que, “positivamente”, afirma que la auténtica “salud del alma” sólo se encuentra en la santidad.



Situándonos, pues -y para ello tenemos buenas razones-, en el punto de vista según el cual la definitiva superación de la inautenticidad, que caracteriza y define a la neurosis, no se logra sino en la vida verdaderamente santa, obtenemos esta otra conclusión: la salud anímica en sentido estricto no puede alentar más que sobre el terreno de una vida santa, o por lo menos de una vida que tiende a la santidad.[35]



De esto modo Allers supera ampliamente las mezquinas definiciones de normalidad de la psicología contemporánea, cuando las hay, incluso la de su maestro Alfred Adler. Sin embargo, asume lo que en la postura de este último hay de verdadero. Para Adler, el fin real de la vida humana, al que se contrapone el fin ficticio de la superioridad egocéntrica neurótico, está indicado por el “sentimiento de comunidad”, que impulsa al altruismo y a dar la vida por el bien común. En Adler, esta visión queda encerrada en una actitud inmanentista, de tal modo que al final termina casi por divinizar la comunidad humana.[36] En cambio, en Allers, la tendencia a la vida comunitaria, que él llama no “sentimiento” sino “voluntad de comunidad”, se cumple en el modo más pleno en la comunidad sobrenatural de los santos, en la Iglesia, que realiza totalmente la tendencia a la universalidad por su intrínseca “catolicidad”.



La educación tiene que resolver esta difícil tarea: hallar el camino que media entre aquellas medidas que pueden socavar la vivencia del valor propio, y las que propenden a instaurar una absolutización de esa misma persona. [...] Esta paradoja y antinomia (no mayor, por lo demás, que las restantes divergencias antinómicas de la vida humana) halla su expresión, o mejor, su prototipo en la pervivencia de Cristo en la Iglesia, en cuanto comunidad de los santos, pudiendo vivir también en la persona humana individual: “no vivo yo, sino Cristo vive en mí”. Así, pues, el ideal del carácter que únicamente puede satisfacer por entero las condiciones de la existencia y la naturaleza humanas -por mucho que en concreto varíe, de acuerdo con la constitución individual y la estructura cultural, nacional, situacional- debe quedar inscrito en el marco de una forma de vida que reduzca a unidad las divergencias polares de individuo y comunidad, de persona autovaliosa y totalidad fundadora de valor, de finitud creadora y vocación a participar en la vida divina. No son necesarias más aclaraciones para ver que todas estas exigencias se cumplen en una vida católica honda y exactamente entendida. Así como Katholikè no sólo se extiende sobre todas las culturas, pueblos y tiempos, sino también abarca toda la cualitativa diversidad de las personas humanas individuales, así también la vida católica, una vida según el principio católico, puede satisfacer las divergencias de nuestro ser, reduciéndolas a la unidad de contrarios. No sólo la Iglesia debería poder vivir Kat’olon -por encima de todo-, como en efecto lo hace, sino también cada uno de sus miembros.[37]



Aquello que lleva a trascender de alguna manera la soledad original en que el hombre se encuentra[38], y sobre todo su egoísmo antinatural, es la fuerza del amor. El deseo de unión substancial con el amado, sin embargo, no es posible en el nivel creatural, ni siquiera en la unión nupcial, imagen del amor por excelencia.[39] Sólo el amor de Dios es capaz colmar el deseo de unión y completud a que aspira el corazón humano.



En efecto, que el amor, actitud del yo, sea capaz de llevar al hombre a trascender su propio yo, es una cosa inimaginable. Para que el yo sea sacado de sí mismo, es indispensable la intervención de una fuerza ajena a sí mismo. Esta fuerza, el amor no puede ejercerla si no es, no solamente el acto, la pasión, la actitud del yo, sino un ser en quien el yo y el amor se confunden. Es necesario que sea el Amor sustancial, y no una modificación de un ser esencialmente diferente de él.

Cuando obra este Amor, de Dios, la unión puede ser realizada (no por las propiedades de nuestra naturaleza, sino por la gracia que viene de lo alto) a un grado que ninguna unión de aquí abajo podría producir jamás. La realización de los deseos que el amor despierta en el alma sólo es posible en el amor de Dios y por la ayuda otorgada a nuestra impotencia por la bondad del Altísimo.[40]

miércoles, 15 de diciembre de 2010

Otro rey del aborto convertido en lider de Provida

Ha tenido pesadillas y se le aparecio Santo Tomas de Aquino en sueños.
Los niños en el sueño jugaban en un jardin que lo rechazaban. Mira el video.


lunes, 29 de noviembre de 2010

La erotización y su impacto en los niños.Salvemos a nuestros hijos(a)


Cada vez más los niños son protagonistas de programas de televisión y avisos publicitarios en que se muestran como adultos en miniatura, bailando ritmos sensuales o asumiendo actitudes seductoras. Un fenómeno cuyas consecuencias aún no se dimensionan en la sociedad. Los especialistas son categóricos: existe el riesgo de que los niños se estén saltando su infancia, un período en que deberían ensayar destrezas sociales y roles, en vez de verse expuestos a los ojos de personas con desviaciones sexuales. Un precio demasiado alto.
Copiado textualmente: Emol.

Hace poco más de quince días y bajo el título "Concursos de bailes para niños", El Mercurio publicó la carta de un lector que acusaba a los canales de señal abierta por estar fomentando "la hipersexualización de niñas y niños". Un reclamo con bastante fundamento: durante las últimas vacaciones abundaron los programas con menores en pantalla que ni siquiera han llegado a la pubertad, vestidos con ropas insinuantes y moviéndose sensualmente al son del reggaeton y otros ritmos por el estilo.

Pero la utilización de modelos infantiles como objetos sexuales es una tendencia masificada, que se da no sólo en la televisión, sino a todo nivel, incluyendo, por cierto, a la publicidad. La pregunta es ¿cómo afecta esta tendencia a los propios niños y a la sociedad en general? Seis profesionales de la psiquiatría y de la psicología aceptaron analizar el fenómeno.

Opinan los expertos
Josefina Martínez y Rossana Culaciati, sicólogas, docentes del Programa Infanto Juvenil de la Universidad Católica:

"Hemos disminuido la calidad de vida de nuestros niños"


Antes de llegar al foco del tema, ambas especialistas lo sitúan en el contexto en que se está dando. Los niños, dicen, hoy están expuestos a una enorme cantidad de información de todo tipo y evidentemente no toda es útil para su vida o al menos inocua. Hay mucha que es nociva y va desde la más negativa como son las páginas de pornografía infantil contenidas en internet, hasta estos programas y avisos publicitarios protagonizados por menores sexualizados. Explican que para los niños, ver un escote o una escena más o menos erótica en cámara o en un spot publicitario en general no los impacta mucho; sienten que eso pertenece al universo de la gente grande, pero cuando los modelos son de su misma edad, sí que es potente; esos pequeños, esas situaciones se están dando en un mundo que no les pertenece ni les corresponde.

Mujeres en miniatura
Están convencidas: la erotización de los niños es algo deplorable tanto para los que son protagonistas como para los espectadores. La califican como nociva. "Y lo peor es que no hay ninguna conciencia entre muchos adultos. Ni siquiera en algunos papás, que hasta encuentran entretenido y divertido que sus hijos presencien estos bailes en la pantalla y los reproduzcan en su casa. Como si fuera poco, para ellos es una chochera vestirlos con ropas y accesorios parecidos a los que usan lo pequeños bailarines, convirtiéndolos en hombres o mujeres en miniatura".

Padres y medios de comunicación.
Pero no sólo hay que responsabilizar a los padres de esta realidad, sino también a los medios de comunicación y a la publicidad, y más aún a estos últimos que utilizan a los pequeños como verdaderos objetos del deseo para elevar el rating, mientras la publicidad los usa como gancho para promover el consumo de ciertos productos".

Y cerrando el círculo, los padres, aunque no estén de acuerdo con esta moda, ceden ante la presión de sus hijos y terminan comprándoles el pantaloncito, el aro, el peto o el brillito que vieron en el programa o el aviso. "En parte lo hacen también para que su pequeño no se sienta demasiado diferente al resto", dicen.

Consecuencias a la vista
Un negocio redondo que en la población infantil puede tener consecuencias impredecibles. Una de ellas, impedirle que vaya descubriendo el universo adulto, el de la sexualidad y la sensualidad, a su propio ritmo. Estos programas y avisos lo aproximan violentamente a este mundo, lo que no significa que le vayan a provocar alguna patología sexual. Lo que sí ocurre es que los pequeños empiezan a imitar a estos modelos infantiles y cuando bailan meneando la pelvis no es que estén siendo eróticos. Están jugando, y en la medida en que los padres u otras personas se lo celebran, seguirán con este juego, pero sin darle ninguna connotación sexual, porque en esas edades éste es un tema que no maneja, del que no conoce las claves.

El verdadero problema, advierten las sicólogas, es que el niño comienza a saltarse etapas que son fundamentales para su desarrollo psicológico. "Eso reduce su campo de experiencia, le impide brindar tiempo, espacio y energías a los intereses que sí le corresponden a su edad, como jugar a las tacitas, con títeres y otros juegos propios de niños".

Responsabilizan a los padres por esta situación. "Hay papás que ni intentan revertirla; argumentan que los chicos de hoy nada tienen que ver con los de antes y eso no es así, porque los juegos tradicionales siguen teniendo la misma importancia".

Coinciden: hemos disminuido la calidad de vida de nuestros niños. "Ser un niño desarrollado adecuadamente requiere que se sienta emocionalmente bien, sin que nadie le imponga modelos de adultos. El erotismo es un descubrimiento que se va dando paulatinamente y ocurre hacia la preadolescencia y adolescencia. En la infancia los pequeños sólo tienen una aproximación al tema con los clásicos juegos de roles de papá y mamá".

Otra opinión autorizada

Marcela Larraguibel, siquiatra infanto-juvenil, académica de la Universidad de Chile:

"El niño nunca debería ocupar su tiempo en bailar atractivamente"

"Cuando un adulto se viste sexualmente, lo hace para atraer al otro sexo y lo mismo cuando se comporta de determinada manera, cuando se mueve o baila de una cierta forma. Esa circunstancia en los niños no existe. Por eso, cuando ellos reproducen en su casa lo que ven en la televisión o lo que les muestra la publicidad, sólo lo hacen por imitación; están viviendo el período en que se copia todo, incluyendo la ropa y el comportamiento".

Sexualidad diferente
La especialista destaca: "Es verdad que en la niñez también existe la sexualidad, pero se manifiesta de una manera muy distinta a la que muestran los medios. Se expresa en un saber a qué género se pertenece, si se es hombre o mujer, en una curiosidad por indagar qué significa eso, de conocer el cuerpo del otro, de tocarlo, de jugar a roles. Pero no hay erotización en ello, porque no hay elección de objeto sexual, ni enamoramiento, ni nada de ese tipo".

Sobre el fenómeno que estamos viviendo, destaca que lo peor es que se está quitando al niño una etapa crucial en su desarrollo sicológico y que nada tiene que ver con la erotización. "En la infancia el niño nunca debería ocupar su tiempo en bailar lo más atractivamente posible, sino en aprender habilidades sociales, a solucionar problemas, a ponerse en el lugar de los padres, a esperar turno, a transar, a trabajar en grupo y ser menos egocéntrico. Todo esto a través del juego. El baile sólo puede ayudarles a mejorar destrezas motoras gruesas y nada más".

Pero hay otro riesgo que pocos dimensionan: qué clase de personas hay al otro lado de la pantalla deleitándose con el erótico baile de estos niños y niñitas: "Lo que muchas veces provocan estos programas es llamar la atención de los adultos con estos niños vestidos de adolescentes, lo que los vuelve muy atractivos para ellos".

Opinión autorizada
Daniela Camponovo, siquiatra infanto- juvenil del Instituto Neuropsiquiátrico de Chile:

"El niño de hoy es considerado objeto sexual"

La siquiatra reconoce que se trata de un tema controvertido sobre el que aún no hay estudios concluyentes. "Lo que sí puedo decir es que cuando los niños piden ropas como la de los modelos de la televisión, que suele ser muy parecida a la de los adolescentes de ambos sexos, pero la más provocativa, lo hacen por monería, sin identificarlos con comportamientos eróticos ni relacionarlos con la sexualidad. Y eso, porque carecen de experiencia en el tema, ignoran que ciertas actitudes y conductas son para conquistar al otro sexo. Es verdad que la sexualidad es una característica humana que cruza transversalmente todas las edades y que nace precozmente, pero eso no quiere decir que el niño va a tener vida sexual genital. El desarrollo de la sexualidad en la infancia se relaciona con la identificación de género, y si no hay ninguna patología presente (producto de un abuso sexual por ejemplo o de una depresión bipolar) lo adecuado es dejar que siga su curso natural".

Vulnerables a los con desviaciones.
Advierte: "El problema es que el niño de hoy es considerado como objeto sexual. Uno que sube el rating e incentiva al consumo. Y los grave es que lo deja más vulnerable al deseo de personas con desviaciones".

León Cohen, sicoanalista:

"Algunos medios publicitarios sobrepasan el límite"
 La irresponsabilidad de los medios publicitarios


"La irresponsabilidad de los medios publicitarios contemporáneos es ya un lugar común que se esconde y justifica, perversamente, en la manoseada idea de la libertad de expresión", acusa este siquiatra. Siempre en el límite, señala, "sobrepasándolo engañosamente, se lavan las manos asumiendo que todo efecto de sus actos sería responsabilidad de los espectadores y de su interpretación. Se descalifica y degrada toda reflexión que promueva límites escudándose en el supuesto peligro de que esto tiente al largo plazo a los autoritarismos morales y el fundamentalismo".

Sintetiza: "Por supuesto que estos programas ponen a los niños al límite de la exhibición sexual y los convierten en figuras de seducción con el objeto de vender lo que los viste. Por supuesto que posiciona el tema en la cultura, sugiriendo un manto de relativización en torno al voyerismo pedofílico. Por supuesto que implica que hay padres que pueden ofrecer a sus hijos pequeños como precoces cantantes o modelos o estrellas con el fin de obtener ganancias propias. Los modelos - esos niños que juegan frente a las cámaras y que dan rienda suelta al erotismo que les es propio- , no van a ser afectados, a menos que alguno de ellos sea convertido en icono. Pero es la actitud de los medios lo que no puede dejar de ponerse sobre la mesa. Y en esto nuestra televisión está actualmente plagada de patéticos ejemplos.
 
Fuente El mercurio
Excelente reportaje de Ana María Egert R..
 
F: Dr Pedro Barreda

Confesion de fe de grandes cientificos