Copiado textualmente: Emol.
Hace poco más de quince días y bajo el título "Concursos de bailes para niños", El Mercurio publicó la carta de un lector que acusaba a los canales de señal abierta por estar fomentando "la hipersexualización de niñas y niños". Un reclamo con bastante fundamento: durante las últimas vacaciones abundaron los programas con menores en pantalla que ni siquiera han llegado a la pubertad, vestidos con ropas insinuantes y moviéndose sensualmente al son del reggaeton y otros ritmos por el estilo.
Pero la utilización de modelos infantiles como objetos sexuales es una tendencia masificada, que se da no sólo en la televisión, sino a todo nivel, incluyendo, por cierto, a la publicidad. La pregunta es ¿cómo afecta esta tendencia a los propios niños y a la sociedad en general? Seis profesionales de la psiquiatría y de la psicología aceptaron analizar el fenómeno.
Opinan los expertos
"Hemos disminuido la calidad de vida de nuestros niños"
Antes de llegar al foco del tema, ambas especialistas lo sitúan en el contexto en que se está dando. Los niños, dicen, hoy están expuestos a una enorme cantidad de información de todo tipo y evidentemente no toda es útil para su vida o al menos inocua. Hay mucha que es nociva y va desde la más negativa como son las páginas de pornografía infantil contenidas en internet, hasta estos programas y avisos publicitarios protagonizados por menores sexualizados. Explican que para los niños, ver un escote o una escena más o menos erótica en cámara o en un spot publicitario en general no los impacta mucho; sienten que eso pertenece al universo de la gente grande, pero cuando los modelos son de su misma edad, sí que es potente; esos pequeños, esas situaciones se están dando en un mundo que no les pertenece ni les corresponde.
Mujeres en miniatura
Padres y medios de comunicación.
Y cerrando el círculo, los padres, aunque no estén de acuerdo con esta moda, ceden ante la presión de sus hijos y terminan comprándoles el pantaloncito, el aro, el peto o el brillito que vieron en el programa o el aviso. "En parte lo hacen también para que su pequeño no se sienta demasiado diferente al resto", dicen.
Consecuencias a la vista
El verdadero problema, advierten las sicólogas, es que el niño comienza a saltarse etapas que son fundamentales para su desarrollo psicológico. "Eso reduce su campo de experiencia, le impide brindar tiempo, espacio y energías a los intereses que sí le corresponden a su edad, como jugar a las tacitas, con títeres y otros juegos propios de niños".
Responsabilizan a los padres por esta situación. "Hay papás que ni intentan revertirla; argumentan que los chicos de hoy nada tienen que ver con los de antes y eso no es así, porque los juegos tradicionales siguen teniendo la misma importancia".
Coinciden: hemos disminuido la calidad de vida de nuestros niños. "Ser un niño desarrollado adecuadamente requiere que se sienta emocionalmente bien, sin que nadie le imponga modelos de adultos. El erotismo es un descubrimiento que se va dando paulatinamente y ocurre hacia la preadolescencia y adolescencia. En la infancia los pequeños sólo tienen una aproximación al tema con los clásicos juegos de roles de papá y mamá".
Otra opinión autorizada
"El niño nunca debería ocupar su tiempo en bailar atractivamente"
"Cuando un adulto se viste sexualmente, lo hace para atraer al otro sexo y lo mismo cuando se comporta de determinada manera, cuando se mueve o baila de una cierta forma. Esa circunstancia en los niños no existe. Por eso, cuando ellos reproducen en su casa lo que ven en la televisión o lo que les muestra la publicidad, sólo lo hacen por imitación; están viviendo el período en que se copia todo, incluyendo la ropa y el comportamiento".
Sexualidad diferente
Sobre el fenómeno que estamos viviendo, destaca que lo peor es que se está quitando al niño una etapa crucial en su desarrollo sicológico y que nada tiene que ver con la erotización. "En la infancia el niño nunca debería ocupar su tiempo en bailar lo más atractivamente posible, sino en aprender habilidades sociales, a solucionar problemas, a ponerse en el lugar de los padres, a esperar turno, a transar, a trabajar en grupo y ser menos egocéntrico. Todo esto a través del juego. El baile sólo puede ayudarles a mejorar destrezas motoras gruesas y nada más".
Pero hay otro riesgo que pocos dimensionan: qué clase de personas hay al otro lado de la pantalla deleitándose con el erótico baile de estos niños y niñitas: "Lo que muchas veces provocan estos programas es llamar la atención de los adultos con estos niños vestidos de adolescentes, lo que los vuelve muy atractivos para ellos".
Opinión autorizada
"El niño de hoy es considerado objeto sexual"
La siquiatra reconoce que se trata de un tema controvertido sobre el que aún no hay estudios concluyentes. "Lo que sí puedo decir es que cuando los niños piden ropas como la de los modelos de la televisión, que suele ser muy parecida a la de los adolescentes de ambos sexos, pero la más provocativa, lo hacen por monería, sin identificarlos con comportamientos eróticos ni relacionarlos con la sexualidad. Y eso, porque carecen de experiencia en el tema, ignoran que ciertas actitudes y conductas son para conquistar al otro sexo. Es verdad que la sexualidad es una característica humana que cruza transversalmente todas las edades y que nace precozmente, pero eso no quiere decir que el niño va a tener vida sexual genital. El desarrollo de la sexualidad en la infancia se relaciona con la identificación de género, y si no hay ninguna patología presente (producto de un abuso sexual por ejemplo o de una depresión bipolar) lo adecuado es dejar que siga su curso natural".
Vulnerables a los con desviaciones.
León Cohen, sicoanalista:
"Algunos medios publicitarios sobrepasan el límite"
"La irresponsabilidad de los medios publicitarios contemporáneos es ya un lugar común que se esconde y justifica, perversamente, en la manoseada idea de la libertad de expresión", acusa este siquiatra. Siempre en el límite, señala, "sobrepasándolo engañosamente, se lavan las manos asumiendo que todo efecto de sus actos sería responsabilidad de los espectadores y de su interpretación. Se descalifica y degrada toda reflexión que promueva límites escudándose en el supuesto peligro de que esto tiente al largo plazo a los autoritarismos morales y el fundamentalismo".
Sintetiza: "Por supuesto que estos programas ponen a los niños al límite de la exhibición sexual y los convierten en figuras de seducción con el objeto de vender lo que los viste. Por supuesto que posiciona el tema en la cultura, sugiriendo un manto de relativización en torno al voyerismo pedofílico. Por supuesto que implica que hay padres que pueden ofrecer a sus hijos pequeños como precoces cantantes o modelos o estrellas con el fin de obtener ganancias propias. Los modelos - esos niños que juegan frente a las cámaras y que dan rienda suelta al erotismo que les es propio- , no van a ser afectados, a menos que alguno de ellos sea convertido en icono. Pero es la actitud de los medios lo que no puede dejar de ponerse sobre la mesa. Y en esto nuestra televisión está actualmente plagada de patéticos ejemplos.
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