Amigos que son conducidos por la Dulce Virgen Maria a esta casa

miércoles, 29 de diciembre de 2010

La “psicología de las alturas”.

La formación psicológica de Allers está, sin dudas marcada por el influjo de Alfred Adler. Sin bien, por los motivos antes indicados, ambos autores se separaron, Allers siempre mantuvo el respeto por su maestro y conservó los puntos fundamentales de su psicología, aunque integrándolos desde la perspectiva más amplia del pensamiento católico.


La postura de Adler frente al psicoanálisis, luego de su disputa con Freud, fue sumamente crítica. Adler reprueba, primeramente, su esquematismo.[6] Desde el punto de vista teórico, critica la reducción de todas las motivaciones a la sexual, y el descuido de la finalidad. Según Adler, la conducta se debe interpretar en función de fin que el individuo, consciente o inconscientemente, persigue. Desde esta perspectiva, los trastornos sexuales, que tanto han llamado la atención del psicoanálisis, aparecen como factores secundarios, que deben ser interpretados en el conjunto de la personalidad, que se comprende desde la meta o fin.[7]



Esta es una perspectiva que Allers pondrá en el centro de su modo de hacer psicología: los aspectos parciales de la personalidad no se pueden comprender sino integrados en la personalidad total.[8] Sobre esto volveremos en breve.



Nuestro autor, a las críticas de Adler, suma las propias: el psicoanálisis se basa en una filosofía incompatible con el cristianismo. La separación propugnada por algunos autores, como Roland Dalbiez[9] y Jacques Maritain[10], del método psicoanalítico y la filosofía de Freud, de tal modo que la primera, científicamente correcta sería aceptable, mientras que la segunda se podría rechazar, sin afectar en nada el núcleo de técnicas psicoanalíticas, es fuertemente rechazada por Allers[11]. El psicoanálisis de Freud no es una ciencia, sino una ideología, que depende de algunos desarrollos de la filosofía moderna (iluminismo, romanticismo, filosofía del inconsciente). Por otra parte, se basa en paralogismos inaceptables a la razón y, cada vez que se ataca lógicamente al psicoanálisis, sus cultores responden con argumentos ad hominem.[12]



El peor defecto del psicoanálisis, y no sólo de éste, es la “obsesión por lo inferior”, la “mirada desde lo bajo”:



Esta manera de considerar la naturaleza humana no es más que una de las numerosas formas por las que se manifiesta una tendencia general que, después de siglos, ha pervertido la mentalidad occidental. Podría nombrársela: la mirada desde lo bajo. Todo lo que es inferior, todo lo que se acerca a la naturaleza bruta o incluso muerta, es juzgado como lo más verdadero, lo más natural, lo más importante. Si uno arroja una mirada sobre tantas herejías, tantas modas intelectuales, también descarriadas, tantas pseudo-filosofías, tantas ideas sociales corrientes: por todas partes uno encontrará esta idea funesta de que lo inferior constituye el fondo y el centro de la realidad, lo que realmente importa, que buscarlo, es hacer un acto de ciencia, y que vivirla es conformarse a las exigencias más verdaderas de la naturaleza humana.[13]



La “mirada desde lo bajo” es un peligro enorme en psicoterapia y en pedagogía, porque anula la posibilidad de cambio o de progreso. Por ello hay que asumir otra perspectiva, ver las cosas con otra luz: “Como en filosofía o en psicología, no hay punto de vista más peligroso, en materia de psicoterapia o de ascesis que este que hemos nombrado ‘la mirada desde abajo’. Es necesario elevar los ojos hacia las alturas de nuestra vida y del ser en general.”[14] Es decir, la psicología debe superar el estancamiento del encerramiento en sí misma[15], y atreverse a “mirar las cosas ‘desde lo alto’”, es decir, transformarse en una psicología de las alturas, y ya no sólo, en sentido psicoanalítico, una psicología profunda.[16]



3. Neurosis, pecado y “conflicto metafísico”.



Allers distingue entre aquellos trastornos mentales que son enfermedades en el sentido estricto del término, y la neurosis, que es sólo enfermedad por analogía. Mientras que las enfermedades propiamente dichas son desórdenes del cuerpo, la neurosis no es primero y principalmente un trastorno del cuerpo, sino del alma.



Según Allers, ante todo, hay que distinguir los “síntomas neuróticos” del “carácter neurótico”. Además, una cosa es una neurosis propiamente constituida, y otra la aparición de rasgos, que integran la neurosis, en una personalidad que es fundamentalmente sana. Aquí se pone de manifiesto la insuficiencia de un diagnóstico meramente descriptivo. Para diagnosticar la neurosis es necesario el conocimiento de la personalidad total, de su estilo de vida, de los fines que persigue, y su actitud frente a la vida como un todo.



Es necesario saber distinguir entre la neurosis que se manifiesta con síntomas, sean orgánicos, sean puramente mentales, y el ‘carácter nervioso’ como decía el Dr. Adler; también es necesario saber distinguir entre la neurosis -manifiesta o no- y la aparición de ciertos rasgos más o menos neuróticos en una persona sana. No se debe declarar neurótico a cada individuo que sufre de alguna perturbación ‘nerviosa’; el diagnóstico de neurosis reposa siempre y sin ninguna excepción sobre el estudio de la personalidad total.[17]



Allers sigue en general la concepción adleriana de la neurosis. Para el fundador de la psicología del individuo, el carácter neurótico surge del intento supercompensatorio del complejo de inferioridad a través de la voluntad de poder, que tiene como meta el sentimiento de personalidad.[18] El neurótico es una persona que busca por todos los medios, aún a través de la debilidad y la enfermedad, llegar a ser alguien, llegar a la cima. A esta meta, el neurótico subordina todas sus fuerzas cognitivas (imaginación, memoria, etc.) y afectivas. Este fin de superioridad, se concretiza en particular a través de determinadas imágenes y figuras, complejos de representaciones, que se ponen como metas o fines “ficticios” (la masculinidad, el poder, la riqueza, etc.).[19] De este modo el neurótico se va creando una “técnica de vida”, e incluso a veces la justifica con una “filosofía de vida”[20], que se traduce en el “estilo de vida”, que configura su carácter.



Nuestro autor, en estas ideas, se mantiene fiel a Adler. Allers identifica la “voluntad de poder” del neurótico, con la superbia, que muchas veces puede no ser consciente, y que configura el carácter en un sentido negativo y destructivo.



El Dr. Adler veía más justo de lo que él lo sabía, cuando enseñaba que los rasgos característicos del neurótico son la expresión y la consecuencia de esta ambición inaudita, ambición sin embargo velada a los ojos del “enfermo”. Pero no ha podido, a causa de ciertas limitaciones de su pensamiento, sea a causa de otros factores, medir toda la importancia de su descubrimiento. A decir verdad, este descubrimiento no era nuevo; se encuentra aquí y allá en ciertos tratados, muy antiguos e ignorados por los psicólogos y los médicos, pasajes que denotan un conocimiento sorprendente de estas cosas.[21]



El carácter ficticio de la vida del neurótico es llamado por Allers, mentira existencial. En el fondo en el carácter neurótico se daría según Allers una subversión, consciente o no, del orden axiológico. La realidad se venga de esta pretensión egoísta del neurótico con el malestar.



Hemos dicho que la rebelión consciente o no, contra el orden axiológico o el orden de la dignidad conduce necesariamente a la mentira. Esto es -entre paréntesis- lo que hace que tantos neuróticos den la impresión de no ser realmente “enfermos” y por eso los demás los acusan de mala voluntad, de exageración e incluso de simulación. Esta mentira es inextricable porque para rebelarse es necesario que el hombre exista, y porque existiendo, es incorporado, por así decir, en este orden que él rehusa aceptar.[22]



En el hombre se da una dualidad interior. Es la dualidad constatada por la tradición cristiana, por san Pablo y por san Agustín, de la carne que se rebela contra el espíritu. Dice Allers: “El hombre arrastrado por una fuerza misteriosa, no necesariamente demoníaca (cf. lo que dice San Agustín de la ‘segunda voluntad’, Confesiones VIII, 9), hacia una actitud esencialmente insensata, contraria a la objetividad,[23] se vuelve por eso mismo, en virtud de una ley inexorable, la presa de la mentira.”[24] Esta mentira se instala cuando la persona no quiere ver la realidad: “No solamente existe la mentira que afirma una proposición contraria a la verdad, sino también aquella que cierra voluntariamente los ojos delante de la verdad.”[25] La mentira es también llamada por Allers “inautenticidad”.



Según Allers, en el fondo del corazón del hombre existe la tendencia a la rebelión, y esta es la causa profunda del trastorno caracterial llamado neurosis. Allers habla incluso de un “conflicto metafísico”, pues no se trata simplemente de una rebelión frente a una cosa particular, sino frente al orden total de la existencia.



No es posible explicar aquí cómo esta actitud de rebeldía interior, que generalmente el sujeto no reconoce como tal, constituye un factor de una importancia central en la evolución de las neurosis. El objeto de la rebeldía no es un hecho aislado, un sufrimiento, un conflicto, sino el hecho total de no ser más que una creatura, limitada en su poder, en su existencia, en sus derechos. A pesar de los miles o millones de años que han corrido después de que la serpiente empujó a los primeros hombres a la rebelión, las palabras del demonio no han cesado de hacerse escuchar sordamente en las profundidades de nuestro yo: eritis sicut Dii.[26]



La referencia de Allers al pecado original no es ociosa. Según el psiquiatra vienés, la naturaleza caída es la fuente de esta tendencia a la rebelión, de esa dualidad que está a la base del trastorno neurótico. Dejado a sí mismo, todo hombre es virtualmente un neurótico.



La neurosis surge de la exageración acaecida en la divergencia -que existe en toda vida humana- de voluntad de poderío y posibilidad de poderío. En otras palabras: es un resultado de la situación puramente humana, tal como está constituida en la naturaleza caída. Puede igualmente decirse que, orientada hacia lo morboso y pervertido, es consecuencia de la rebelión de la creatura contra su finitud e impotencia naturales.[27]



Esta neurosis virtual, que caracteriza a todo hombre por el hecho de tener la naturaleza caída y sufrir dentro de sí la rebelión de sus miembros contra la ley de la razón, se actualiza, según Allers, cuando se manifiesta el “conflicto metafísico”.



El carácter nervioso se transforma en neurosis manifiesta desde que la situación del individuo amenaza con ponerlo frente al “conflicto metafísico”. En ciertas condiciones, este conflicto puede quedar absolutamente ignorado. Este es el caso cuando el individuo vive en un medio donde las leyes de la metafísica -y por lo tanto de la realidad- han sido abolidas por algún decreto. (Realmente no pueden ser abolidas, eso se entiende, pero se les puede hacer creer a las masas porque son demasiado crédulas). Sería posible si hubiera una disminución de la neurosis en un país donde el hombre, la raza, la sociedad, el Estado son declarados el bien supremo. Pero no se podría concluir de eso que esas ideologías son más ‘sanas’ que lo es la filosofía cristiana. Uno debería solamente juzgar que estas ideologías impiden la eclosión de la neurosis porque enseñan a la mayoría de los hombres un método propio de apartar los ojos de la verdad.[28]

sábado, 25 de diciembre de 2010

Hoy a Nacido el Rey del cielo y de la tierra .FelizNavidad a todos

Especialmente mis saludos a aquellos que estan tristes, que sienten el vacio del abandono , el desamparo, la perdida de un ser querido...
No te desanimes, reza, ponte a rezar si no sabes como solo invoca el Nombre de JESUS. Buscalo, llamalo, llora...no temas El te escuchara .Si lo haces con constancia y fe una puerta de luz se abrira.
Feliz Navidad para todos.
Adriana

martes, 21 de diciembre de 2010

Sobre la depresion


Padre, dígame unas palabras sobre la depresión, esa forma tan aguda de tristeza y desinterés por todo.
Es interesante examinar esta “ausencia de presión” a que alude la palabra con la que se designa el padecimiento. Se considera el estado normal de la persona este estar presionado hacia afuera, de tal manera que se hacen muchas cosas y se está interesado por una variedad de temas y hay metas y proyectos. En ese sentido hay una “presión” interior que se manifiesta como actividad, una vida en movimiento.
Entonces, yendo de a poco, la de-presión sería una ausencia de tonicidad, una falta de entusiasmo muy grande, un desinterés como bien dices. Una pérdida acusada de la vitalidad. En topografía por ejemplo se habla de la “depresión del terreno”, cuando este se a hundido,cuando está debajo de la línea general.
Pero yendo al punto, creo que lo primero es determinar la causa por la cuál alguien se encuentra en ese estado deprimido.
No son pocos los místicos que han pasado por una profunda depresión anímica, antes de su momento de iluminación, o de percibir la realidad de Dios como presente en esta vida. Antes de su acceso al cielo que está en nosotros y fuera de nosotros, parecieron ver lo contrario, se sumieron en profunda oscuridad.
Tiene lógica, porque antes de abrazar lo eterno, suele producirse el necesario abandono del apego a lo terreno. Y este desapego surge de un haber comprendido que nada de lo del mundo puede llenar el vacío en el corazón del hombre.
Hay una etapa en la vida de numerosos santos y ascetas conocidos, en la cual aquello que los motivaba deja de impulsarlos. Si estaban en un apostolado, este se les presenta como carente de significado. Si vivían vida mundana y materialista, descubren que ni el dinero ni el amor humano lograrán darles paz duradera. Si gozaban de renombre, caen en la cuenta de la fatuidad de la aprobación ajena, cuando esta se hace la meta de las acciones.
En este sentido, entonces, puede que la causa de una depresión anímica sea la etapa espiritual que se vive, en la que abandonando los viejos intereses, no se logra aún ver el alba de lo nuevo.
Es interesante Padre lo que dice, pero no creo que sea la razón mas habitual de la depresión hoy en día…
Estás en lo cierto. Hablando ya en términos mas generales, la depresión puede ser vista como una respuesta inadecuada a la frustración de algún deseo.
Hace mucho tiempo un amigo comentaba acerca de lo que serían respuestas alienadas a lo que ocurre. El decía, dando un ejemplo, que si uno se encontraba ante un muro y de repente veía que esa pared comenzaba a desplomarse encima de uno, surgían dos respuestas probables:
O se emprendía rápida carrera alejándose del muro que caía o se ponía la persona a gritar y entonces era aplastada por la muralla. La primera sería una respuesta acertada, ya que evitaba el peligro, la segunda un muy ineficaz modo de afrontar el problema. Bien, la depresión, sería, desde este punto de vista, ponerse a gritar frente a lo sucedido.
Es una especie de ritual anímico, que pareciera esconder un reclamo a la vida por no haber producido esta lo que se anhelaba. Esta variante es de lo más común.
El muchacho por ejemplo es abandonado por su novia y se sume en depresión. Es decir, perdido el objeto de su deseo, deja de moverse, ya nada le interesa.
Pero detrás de esta conducta, parece manifestarse un reproche a la vida. Es como si el deprimido dijera… “Ah bueno, entonces no haré mas nada, ¡verás como soy capaz de abandonar todo!”. El suicidio claro, sería el extremo de esta conducta de reclamo.
Una observación de interés que nos puede servir para aprender de nosotros mismos es: en general se deprime el que puso el valor en algún objeto, sea este del mundo interior o exterior. Cuando el énfasis se ha puesto en el hacer o en el tener y no en el Ser.
Atiende al jugador en un deporte de competencia por caso: Cuando tiene chances de ganar se lo ve motivado y activo, pero cuando el resultado muestra a las claras la imposibilidad de alzarse con el triunfo, baja los brazos y juega de compromiso esperando el fin del juego. Allí, la valoración estaba en el triunfo y no el juego por si mismo.
Distinta a la reacción de aquél que aún sabiéndose perdido, pone lo mejor de sí por el gusto del “hacer lo mejor posible en todo momento”.
Hay un hacer ceremonial, un anhelo de perfección que va mas allá de los resultados y que puede colmarnos desde ahora mismo…
 del blog hesychia
por Mario de Cristo Salvador

viernes, 17 de diciembre de 2010

La normalidad: orden, santidad y amor.

Siendo esta inclinación a la neurosis universal ¿Tiene sentido hablar de normalidad o de salud? ¿No tiene razón en el fondo Freud, y quienes lo siguen, al negar la posibilidad de una curación total? En absoluto. La postura de Allers está muy lejos del pesimismo psicoanalítico, que reduce la curación a la toma de consciencia del desorden, sin posibilidad de remediarlo.



En primer lugar, Allers pone de manifiesto la limitación de una concepción meramente estadística de normalidad.



Supongamos que en un país hubiera 999 hombres afectados por la tuberculosis y sólo uno que no estuviera enfermo. ¿Se podría concluir que el “hombre normal” es aquel cuyos pulmones están carcomidos por la enfermedad? Lo normal no se confunde con la media. Si pues, según la media, el hombre se decide por el instinto, esto no prueba que no pueda hacer otra cosa, ni que los valores elevados son por naturaleza débiles.[29]



Si el criterio estadístico fuera la norma decisiva, la normalidad sería la tristeza, el fracaso, la rebelión, el desequilibrio... Para Allers, el criterio de normalidad se toma del orden de la realidad, y esto ya al nivel de la medicina.



La medicina, tratando a un enfermo, no tiene solamente la intención de liberarlo de sus sufrimientos y de hacerse capaz de ganarse la vida; quiere también y sobre todo restaurar el estado “normal”, porque sabe que lo “normal” es lo que “debe” ser. [...] La medicina no puede más que aceptar, sea inconscientemente, sea incluso contra su voluntad, la idea de un ordo más allá de los hechos, un estado de cosas que no existe siempre pero que debe existir y cuya realización sólo constituye el estado “normal”.[30]



La anormalidad constituye, por lo tanto, una ruptura del orden, aunque sea para recaer en un orden inferior al debido a su naturaleza, pues el hombre no puede abolir absolutamente todo el orden de la realidad, sino el que le está sujeto.[31] El desorden y anormalidad humanos acaecen, según Allers, por tres razones: la voluntad, la alienación mental en sentido estricto, y la neurosis, que participa un poco de ambas.



La acción anormal es el resultado o de una voluntad consciente, o de una alienación mental, o de esta curiosa modificación del carácter que llamamos neurosis. Cada acción o cada conducta está determinada por su fin. Este fin es, sin excepción alguna, la realización de un valor juzgado más alto que todo otro considerado en la misma circunstancia. Las leyes que rigen la normalidad de las acciones son las del orden objetivo de los valores. La anormalidad de una acción es, en ciertos casos, causada por la ignorancia o por una visión errónea del orden. Es más o menos el caso del alienado. En otros casos -esperamos que sean muy raros- el sujeto obra contra unas leyes no sólo conocidas por él, sino contra leyes de las cuales no pone en duda la validez. Esto es entonces la rebelión abierta, el satanismo declarado. Finalmente, hay una tercera actitud que se ubica de alguna manera entre las dos precedentes: es la rebelión cuya naturaleza y existencia el sujeto mismo ignora.[32]



Hemos visto en el punto anterior, que esta última forma de desorden está virtualmente en todo hombre por el pecado original, aunque no siempre se manifieste. Por eso volvemos a la pregunta inicial ¿Es posible la normalidad? En caso afirmativo ¿En qué consiste? Allers responde de la siguiente manera.



Del hecho que la inautenticidad constituye, como a todo el mundo es dado a entender, un rasgo esencial del comportamiento neurótico, se sigue además la consecuencia de que solamente aquel hombre cuya vida transcurra en una auténtica y completa entrega a las tareas de la vida (naturales o sobrenaturales), podrá estar libre por entero de las neurosis; aquel hombre que responde constantemente con un decidido ‘sí’ a su puesto de creatura en general y de creatura con una específica y concreta constitución. O dicho con otras palabras: “al margen de la neurosis no queda más que el santo”.[33]



Esto puede sonar extraño, y en efecto, a causado muchas polémicas. Pero si se analiza bien la concepción allersiana de la neurosis, como no reducida al trastorno declarado y explícito, sino como existente radicalmente en todo hombre a causa de la naturaleza caída, estas afirmaciones son del todo lógicas (por no decir, además, que son congruentes con la experiencia cristiana). Pero Allers no se queda en la constatación, por así decir, “negativa” de la ausencia de neurosis en una vida santa o que tiende realmente a la santidad[34], sino que, “positivamente”, afirma que la auténtica “salud del alma” sólo se encuentra en la santidad.



Situándonos, pues -y para ello tenemos buenas razones-, en el punto de vista según el cual la definitiva superación de la inautenticidad, que caracteriza y define a la neurosis, no se logra sino en la vida verdaderamente santa, obtenemos esta otra conclusión: la salud anímica en sentido estricto no puede alentar más que sobre el terreno de una vida santa, o por lo menos de una vida que tiende a la santidad.[35]



De esto modo Allers supera ampliamente las mezquinas definiciones de normalidad de la psicología contemporánea, cuando las hay, incluso la de su maestro Alfred Adler. Sin embargo, asume lo que en la postura de este último hay de verdadero. Para Adler, el fin real de la vida humana, al que se contrapone el fin ficticio de la superioridad egocéntrica neurótico, está indicado por el “sentimiento de comunidad”, que impulsa al altruismo y a dar la vida por el bien común. En Adler, esta visión queda encerrada en una actitud inmanentista, de tal modo que al final termina casi por divinizar la comunidad humana.[36] En cambio, en Allers, la tendencia a la vida comunitaria, que él llama no “sentimiento” sino “voluntad de comunidad”, se cumple en el modo más pleno en la comunidad sobrenatural de los santos, en la Iglesia, que realiza totalmente la tendencia a la universalidad por su intrínseca “catolicidad”.



La educación tiene que resolver esta difícil tarea: hallar el camino que media entre aquellas medidas que pueden socavar la vivencia del valor propio, y las que propenden a instaurar una absolutización de esa misma persona. [...] Esta paradoja y antinomia (no mayor, por lo demás, que las restantes divergencias antinómicas de la vida humana) halla su expresión, o mejor, su prototipo en la pervivencia de Cristo en la Iglesia, en cuanto comunidad de los santos, pudiendo vivir también en la persona humana individual: “no vivo yo, sino Cristo vive en mí”. Así, pues, el ideal del carácter que únicamente puede satisfacer por entero las condiciones de la existencia y la naturaleza humanas -por mucho que en concreto varíe, de acuerdo con la constitución individual y la estructura cultural, nacional, situacional- debe quedar inscrito en el marco de una forma de vida que reduzca a unidad las divergencias polares de individuo y comunidad, de persona autovaliosa y totalidad fundadora de valor, de finitud creadora y vocación a participar en la vida divina. No son necesarias más aclaraciones para ver que todas estas exigencias se cumplen en una vida católica honda y exactamente entendida. Así como Katholikè no sólo se extiende sobre todas las culturas, pueblos y tiempos, sino también abarca toda la cualitativa diversidad de las personas humanas individuales, así también la vida católica, una vida según el principio católico, puede satisfacer las divergencias de nuestro ser, reduciéndolas a la unidad de contrarios. No sólo la Iglesia debería poder vivir Kat’olon -por encima de todo-, como en efecto lo hace, sino también cada uno de sus miembros.[37]



Aquello que lleva a trascender de alguna manera la soledad original en que el hombre se encuentra[38], y sobre todo su egoísmo antinatural, es la fuerza del amor. El deseo de unión substancial con el amado, sin embargo, no es posible en el nivel creatural, ni siquiera en la unión nupcial, imagen del amor por excelencia.[39] Sólo el amor de Dios es capaz colmar el deseo de unión y completud a que aspira el corazón humano.



En efecto, que el amor, actitud del yo, sea capaz de llevar al hombre a trascender su propio yo, es una cosa inimaginable. Para que el yo sea sacado de sí mismo, es indispensable la intervención de una fuerza ajena a sí mismo. Esta fuerza, el amor no puede ejercerla si no es, no solamente el acto, la pasión, la actitud del yo, sino un ser en quien el yo y el amor se confunden. Es necesario que sea el Amor sustancial, y no una modificación de un ser esencialmente diferente de él.

Cuando obra este Amor, de Dios, la unión puede ser realizada (no por las propiedades de nuestra naturaleza, sino por la gracia que viene de lo alto) a un grado que ninguna unión de aquí abajo podría producir jamás. La realización de los deseos que el amor despierta en el alma sólo es posible en el amor de Dios y por la ayuda otorgada a nuestra impotencia por la bondad del Altísimo.[40]

miércoles, 15 de diciembre de 2010

Otro rey del aborto convertido en lider de Provida

Ha tenido pesadillas y se le aparecio Santo Tomas de Aquino en sueños.
Los niños en el sueño jugaban en un jardin que lo rechazaban. Mira el video.


lunes, 29 de noviembre de 2010

La erotización y su impacto en los niños.Salvemos a nuestros hijos(a)


Cada vez más los niños son protagonistas de programas de televisión y avisos publicitarios en que se muestran como adultos en miniatura, bailando ritmos sensuales o asumiendo actitudes seductoras. Un fenómeno cuyas consecuencias aún no se dimensionan en la sociedad. Los especialistas son categóricos: existe el riesgo de que los niños se estén saltando su infancia, un período en que deberían ensayar destrezas sociales y roles, en vez de verse expuestos a los ojos de personas con desviaciones sexuales. Un precio demasiado alto.
Copiado textualmente: Emol.

Hace poco más de quince días y bajo el título "Concursos de bailes para niños", El Mercurio publicó la carta de un lector que acusaba a los canales de señal abierta por estar fomentando "la hipersexualización de niñas y niños". Un reclamo con bastante fundamento: durante las últimas vacaciones abundaron los programas con menores en pantalla que ni siquiera han llegado a la pubertad, vestidos con ropas insinuantes y moviéndose sensualmente al son del reggaeton y otros ritmos por el estilo.

Pero la utilización de modelos infantiles como objetos sexuales es una tendencia masificada, que se da no sólo en la televisión, sino a todo nivel, incluyendo, por cierto, a la publicidad. La pregunta es ¿cómo afecta esta tendencia a los propios niños y a la sociedad en general? Seis profesionales de la psiquiatría y de la psicología aceptaron analizar el fenómeno.

Opinan los expertos
Josefina Martínez y Rossana Culaciati, sicólogas, docentes del Programa Infanto Juvenil de la Universidad Católica:

"Hemos disminuido la calidad de vida de nuestros niños"


Antes de llegar al foco del tema, ambas especialistas lo sitúan en el contexto en que se está dando. Los niños, dicen, hoy están expuestos a una enorme cantidad de información de todo tipo y evidentemente no toda es útil para su vida o al menos inocua. Hay mucha que es nociva y va desde la más negativa como son las páginas de pornografía infantil contenidas en internet, hasta estos programas y avisos publicitarios protagonizados por menores sexualizados. Explican que para los niños, ver un escote o una escena más o menos erótica en cámara o en un spot publicitario en general no los impacta mucho; sienten que eso pertenece al universo de la gente grande, pero cuando los modelos son de su misma edad, sí que es potente; esos pequeños, esas situaciones se están dando en un mundo que no les pertenece ni les corresponde.

Mujeres en miniatura
Están convencidas: la erotización de los niños es algo deplorable tanto para los que son protagonistas como para los espectadores. La califican como nociva. "Y lo peor es que no hay ninguna conciencia entre muchos adultos. Ni siquiera en algunos papás, que hasta encuentran entretenido y divertido que sus hijos presencien estos bailes en la pantalla y los reproduzcan en su casa. Como si fuera poco, para ellos es una chochera vestirlos con ropas y accesorios parecidos a los que usan lo pequeños bailarines, convirtiéndolos en hombres o mujeres en miniatura".

Padres y medios de comunicación.
Pero no sólo hay que responsabilizar a los padres de esta realidad, sino también a los medios de comunicación y a la publicidad, y más aún a estos últimos que utilizan a los pequeños como verdaderos objetos del deseo para elevar el rating, mientras la publicidad los usa como gancho para promover el consumo de ciertos productos".

Y cerrando el círculo, los padres, aunque no estén de acuerdo con esta moda, ceden ante la presión de sus hijos y terminan comprándoles el pantaloncito, el aro, el peto o el brillito que vieron en el programa o el aviso. "En parte lo hacen también para que su pequeño no se sienta demasiado diferente al resto", dicen.

Consecuencias a la vista
Un negocio redondo que en la población infantil puede tener consecuencias impredecibles. Una de ellas, impedirle que vaya descubriendo el universo adulto, el de la sexualidad y la sensualidad, a su propio ritmo. Estos programas y avisos lo aproximan violentamente a este mundo, lo que no significa que le vayan a provocar alguna patología sexual. Lo que sí ocurre es que los pequeños empiezan a imitar a estos modelos infantiles y cuando bailan meneando la pelvis no es que estén siendo eróticos. Están jugando, y en la medida en que los padres u otras personas se lo celebran, seguirán con este juego, pero sin darle ninguna connotación sexual, porque en esas edades éste es un tema que no maneja, del que no conoce las claves.

El verdadero problema, advierten las sicólogas, es que el niño comienza a saltarse etapas que son fundamentales para su desarrollo psicológico. "Eso reduce su campo de experiencia, le impide brindar tiempo, espacio y energías a los intereses que sí le corresponden a su edad, como jugar a las tacitas, con títeres y otros juegos propios de niños".

Responsabilizan a los padres por esta situación. "Hay papás que ni intentan revertirla; argumentan que los chicos de hoy nada tienen que ver con los de antes y eso no es así, porque los juegos tradicionales siguen teniendo la misma importancia".

Coinciden: hemos disminuido la calidad de vida de nuestros niños. "Ser un niño desarrollado adecuadamente requiere que se sienta emocionalmente bien, sin que nadie le imponga modelos de adultos. El erotismo es un descubrimiento que se va dando paulatinamente y ocurre hacia la preadolescencia y adolescencia. En la infancia los pequeños sólo tienen una aproximación al tema con los clásicos juegos de roles de papá y mamá".

Otra opinión autorizada

Marcela Larraguibel, siquiatra infanto-juvenil, académica de la Universidad de Chile:

"El niño nunca debería ocupar su tiempo en bailar atractivamente"

"Cuando un adulto se viste sexualmente, lo hace para atraer al otro sexo y lo mismo cuando se comporta de determinada manera, cuando se mueve o baila de una cierta forma. Esa circunstancia en los niños no existe. Por eso, cuando ellos reproducen en su casa lo que ven en la televisión o lo que les muestra la publicidad, sólo lo hacen por imitación; están viviendo el período en que se copia todo, incluyendo la ropa y el comportamiento".

Sexualidad diferente
La especialista destaca: "Es verdad que en la niñez también existe la sexualidad, pero se manifiesta de una manera muy distinta a la que muestran los medios. Se expresa en un saber a qué género se pertenece, si se es hombre o mujer, en una curiosidad por indagar qué significa eso, de conocer el cuerpo del otro, de tocarlo, de jugar a roles. Pero no hay erotización en ello, porque no hay elección de objeto sexual, ni enamoramiento, ni nada de ese tipo".

Sobre el fenómeno que estamos viviendo, destaca que lo peor es que se está quitando al niño una etapa crucial en su desarrollo sicológico y que nada tiene que ver con la erotización. "En la infancia el niño nunca debería ocupar su tiempo en bailar lo más atractivamente posible, sino en aprender habilidades sociales, a solucionar problemas, a ponerse en el lugar de los padres, a esperar turno, a transar, a trabajar en grupo y ser menos egocéntrico. Todo esto a través del juego. El baile sólo puede ayudarles a mejorar destrezas motoras gruesas y nada más".

Pero hay otro riesgo que pocos dimensionan: qué clase de personas hay al otro lado de la pantalla deleitándose con el erótico baile de estos niños y niñitas: "Lo que muchas veces provocan estos programas es llamar la atención de los adultos con estos niños vestidos de adolescentes, lo que los vuelve muy atractivos para ellos".

Opinión autorizada
Daniela Camponovo, siquiatra infanto- juvenil del Instituto Neuropsiquiátrico de Chile:

"El niño de hoy es considerado objeto sexual"

La siquiatra reconoce que se trata de un tema controvertido sobre el que aún no hay estudios concluyentes. "Lo que sí puedo decir es que cuando los niños piden ropas como la de los modelos de la televisión, que suele ser muy parecida a la de los adolescentes de ambos sexos, pero la más provocativa, lo hacen por monería, sin identificarlos con comportamientos eróticos ni relacionarlos con la sexualidad. Y eso, porque carecen de experiencia en el tema, ignoran que ciertas actitudes y conductas son para conquistar al otro sexo. Es verdad que la sexualidad es una característica humana que cruza transversalmente todas las edades y que nace precozmente, pero eso no quiere decir que el niño va a tener vida sexual genital. El desarrollo de la sexualidad en la infancia se relaciona con la identificación de género, y si no hay ninguna patología presente (producto de un abuso sexual por ejemplo o de una depresión bipolar) lo adecuado es dejar que siga su curso natural".

Vulnerables a los con desviaciones.
Advierte: "El problema es que el niño de hoy es considerado como objeto sexual. Uno que sube el rating e incentiva al consumo. Y los grave es que lo deja más vulnerable al deseo de personas con desviaciones".

León Cohen, sicoanalista:

"Algunos medios publicitarios sobrepasan el límite"
 La irresponsabilidad de los medios publicitarios


"La irresponsabilidad de los medios publicitarios contemporáneos es ya un lugar común que se esconde y justifica, perversamente, en la manoseada idea de la libertad de expresión", acusa este siquiatra. Siempre en el límite, señala, "sobrepasándolo engañosamente, se lavan las manos asumiendo que todo efecto de sus actos sería responsabilidad de los espectadores y de su interpretación. Se descalifica y degrada toda reflexión que promueva límites escudándose en el supuesto peligro de que esto tiente al largo plazo a los autoritarismos morales y el fundamentalismo".

Sintetiza: "Por supuesto que estos programas ponen a los niños al límite de la exhibición sexual y los convierten en figuras de seducción con el objeto de vender lo que los viste. Por supuesto que posiciona el tema en la cultura, sugiriendo un manto de relativización en torno al voyerismo pedofílico. Por supuesto que implica que hay padres que pueden ofrecer a sus hijos pequeños como precoces cantantes o modelos o estrellas con el fin de obtener ganancias propias. Los modelos - esos niños que juegan frente a las cámaras y que dan rienda suelta al erotismo que les es propio- , no van a ser afectados, a menos que alguno de ellos sea convertido en icono. Pero es la actitud de los medios lo que no puede dejar de ponerse sobre la mesa. Y en esto nuestra televisión está actualmente plagada de patéticos ejemplos.
 
Fuente El mercurio
Excelente reportaje de Ana María Egert R..
 
F: Dr Pedro Barreda

Catedraticos al servicio de la vida.Sí a la vida, no al aborto ¿Por qué razones?

Siempre si al ser humano, sea cual sea el estadio vital en que se encuentre

Vivimos en una sociedad plural. Unos piensan de una manera y otros de otra; bien, pero... ¡defendamos nuestra postura con razones!

No es inteligente el tomar partido "porque sí", o porque es lo que está de moda y cae bien a una mayoría, o por razones de poco peso que contravienen a otras de mayor entidad. Por eso veamos las razones por las que nos oponemos al aborto y damos un sí a la vida:

Si la justicia consiste en dar a cada uno lo suyo, el primer derecho de la persona humana es el de vivir. Basado en esto el Artículo 15 de la Constitución Española nos dice que "Todos tienen derecho a la vida"

Pero la vida del ser humano es un hecho, siendo un derecho su protección y defensa. Así pues, queda claro que cuando decimos "derecho a la vida", estamos diciendo que es un derecho a su protección. Y esto porque:

*La ciencia ha demostrado que "la vida humana comienza en el momento de la fecundación, en el momento de la fusión del espermatozoide con el óvulo" (Profesor Alfred Kastler, Premio Nobel de Física).

* "El hombre entero se encuentra ya en el óvulo desde el momento en que éste es fecundado: todo el hombre con todas sus potencialidades" (Jean Rostand, biólogo francés de primera línea).

* "Aceptar el hecho de que, tras la fertilización, un nuevo ser humano ha comenzado a existir no es una cuestión de opinión, es una evidencia experimental". (Jérome Lejeune. Premio Nobel. Catedrático de Genética Fundamental de la Universidad de la Sorbona).

* "Producir un aborto es matar a un ser humano". (Dr. Zamorano Sanabria. Catedrático de Embriología de la Universidad Complutense de Madrid).

* "Soy biólogo y puedo afirmar que cuando el óvulo y el espermatozoide se unen ya se ha originado una nueva vida. Molecularmente hablando, aquello no es una prolongación de la madre, no es un apéndice que pueda ser extirpado sin más. Es un individuo nuevo, y a menos que neguemos la definición misma de la humanidad y sus derechos, no podemos atentar contra él. El momento clave es pues el de la concepción. Entonces comienza la aventura humana. Y la evolución del ser humano proseguirá sin cesar hasta la muerte. Embrión, feto, recién nacido, niño, joven, adulto, anciano, todo es el mismo individuo en diferentes edades". (Profesor Botella Llusiá, Presidente de la Real Academia Nacional de Medicina, Catedrático de Ginecología y ex-Rector de la Universidad de Madrid).

* Los científicos nos dicen que en el zigoto ya hay una vida "distinta" del óvulo y del espermatozoide, que comienza su propio desarrollo La prueba la encontramos en el niño -probeta o en el zigoto insertado en el útero de una madre de alquiler. Es evidente que no es un tumor de la mujer, sino un ser humano distinto de ella, aunque en proceso de desarrollo, que necesita condiciones especiales de nidación. Su evolución progresiva, sin solución de continuidad, le llevará al nacimiento, niñez, juventud, ... hasta su muerte.

Resumen de su desarrollo en el seno materno:

De la unión del óvulo con el espermatozoide nace un nuevo ser, una célula diferente con doble herencia: 23 cromosomas del padre y 23 de la madre.

A las 6 horas después de la fecundación la célula inicial da dos, que a su vez se convierten en cuatro, éstas se dividen en ocho, dieciséis, treinta y dos... ¡una explosión de vida! hasta llegar a los 60.000 millones de células que constituyen el niño en el momento de nacer.

Hacia los 17 días el embrión comienza a diseñarse: sistema nervioso, vértebras, costillas, médula espinal, futura cabeza con rudimentario cerebro...

Hacia las 3 semanas algunas células empiezan a latir, el corazón del tamaño de un grano de trigo no dejará de hacerlo hasta la muerte.

A partir de entonces se esbozan los brazos, piernas, cara...

A los 2 meses ya tenemos completamente formada la figura.

A los 3 meses ya no se habla de embrión sino de feto. La talla alcanza casi 10 cm. y el peso 45 grs. El niño ya se mueve y comienza a esbozarse la respiración.

Al 4º mes los riñones funcionan y empiezan a salir los cabellos.

Al 5º mes mueve brazos y piernas.

El 6º mes es el de los músculos.

El 7º mes es el de los nervios.

Al 9º mes, hacia los 270 días, se prepara para salir y hacer su aparición en nuestro mundo.

La ciencia ha hablado ¿Cómo podemos negar la evidencia? La interrupción voluntaria del embarazo es un crimen, por mucho que las leyes lo permitan.

Carmen Díaz-Varela.

viernes, 19 de noviembre de 2010

Neurosis y santidad: aridez-estado y aridez-síntoma.

Si esto es así, si la santidad y la neurosis son incompatibles. ¿Cómo se explican ciertos fenómenos aparentemente neuróticos que podemos observar en la vida de algunos santos, y sobre los que hay abundantes estudios?



En primer lugar, tenemos que tener presente que para importantes escuelas de psicología, entre las que destaca el freudismo, el santo es el prototipo del neurótico. Esto no es una conclusión, basada en la experiencia, sino que es una premisa, que depende de la influencia que filosofías como la de Nietzsche han tenido en el psicoanálisis.[41] No es raro que luego, analizando la vida de los santos, encuentren lo que fueron a buscar, o lo que sus principios teóricos obligan a concluir.



Por otro lado, tenemos que tener presente que, salvo Cristo y la Virgen María, que no tienen la mancha de pecado original[42], la inclinación a la neurosis es según Allers común a todos los hombres. El camino de santidad, con la ayuda de la gracia, lleva a superar esta inclinación, pero en los estados iniciales de su vida cristiana, la manifestaciones de desorden pueden ser evidentes. No, en cambio, al final.



Para concluir, tenemos ese período peculiar en la evolución espiritual que san Juan de la Cruz ha llamado “noche oscura”. Rudolf Allers propone distinguir, para no caer en el equívoco de confundir la neurosis con una purificación espiritual, lo que el llama “aridez-estado”, de la “aridez-síntoma”. Esto nos remite a la distinción hecha más arriba entre el carácter neurótico, sus síntomas, y rasgos o conductas aparentemente neuróticos, que se dan en una personalidad fundamentalmente sana. La aridez como estado, es la que se verifica a lo largo de una purificación pasiva del alma, durante la que se pueden dar algunos fenómenos aparentemente neuróticos. La segunda, es síntoma de un trastorno verdaderamente neurótico de base, un carácter neurótico. ¿Cómo los distinguimos? No es fácil, a veces implica una agudeza interior y una sabiduría verdaderamente sobrenaturales. El criterio básico es, en principio, según Allers, el juicio desde la totalidad de la personalidad.[43]



Con ello se facilita la comprensión de episodios o fases neuróticas que con tanta frecuencia ocurren, o que por lo menos se les parecen extraordinariamente, en el transcurso de la vida de muchos santos. Estos hechos no deben inducirnos a concluir que la vida santa es una actitud neurótica o germina en el terreno de la neurosis, como creyó una incomprensiva explicación pseudocientífica. Al observar con atención esas vidas, se ve que los episodios neuróticos no son más que simples episodios de ciertos períodos de la vida, estadios de paso, en los que se traba la lucha con el “déspota sombrío del yo” y cuya superación lleva siempre al hombre hasta un nivel más alto en la vida. Así se explica también que se puedan repetir tales episodios, pues que corresponden a diversos escalones de la ascensión del hombre e inician siempre una “sobreformación” más completa de éste en Dios -para servirnos de la expresión de Tauler-. [...] Nos parecería perfectamente descabellado el intento de explicar la “Noche Oscura” y otros fenómenos análogos, como neuróticos o simplemente naturales.[44]

jueves, 4 de noviembre de 2010

Psicoterapia y conversión.

En la escuela adleriana, de la que Allers proviene, la psicoterapia es en el fondo pedagogía. Se trata de educar o reeducar el carácter, para que se conforme con los fines reales de la naturaleza humana. De este modo, la psicoterapia se aleja de las ciencias médicas y naturales, inscribiéndose entre las morales.[45]



Para esta escuela, la psicoterapia tendría dos partes: una analítica, en la que se pone de manifiesto la finalidad ficticia que persigue el individuo, y los medios con que la sostiene; otra sintética[46] o pedagógica, que mira a reformar el carácter.[47]



Allers asume estas ideas, pero “desde lo alto”, a partir de una visión más profunda del ser humano, dada por la antropología cristiana. Este proceso de transformación del carácter neurótico, la curación, es considerado por nuestro autor esencialmente como una conversión, o mejor “metánoia”, un cambio de la mente.[48]



Para permanecer firme ante los conflictos, las dificultades, las tentaciones, es necesario ser simple. Para curar una neurosis no es necesario un análisis que descienda hasta las profundidades del inconsciente para sacar no sé qué reminiscencias, ni una interpretación que vea las modificaciones o las máscaras del instinto en nuestros pensamientos, en nuestro sueños y actos. Para curar una neurosis es necesaria una verdadera metánoia, una revolución interior que sustituya al orgullo por la humildad, el egocentrismo por el abandono. Si nos volvemos simples, podríamos vencer el instinto por el amor, el cual constituye -si le es verdaderamente dado el desarrollarse- una fuerza maravillosa e invencible.[49]



La transformación interior que lleva a la salud, comienza por la humildad, que vence la soberbia, la voluntad de poder que es el motor oculto del carácter neurótico, según Allers. Esto no se puede hacer sin ser movidos por el amor auténtico, que es la fuerza más potente que impulsa a la plenitud de vida. Junto a la humildad y al amor, Allers coloca un tercer remedio: la verdad. Allers siempre tuvo presente como lema de su labor psicológica, la frase de Nuestro Señor: “La verdad os hará libres”.



Para poder llegar a esta simplicidad, a esta actitud hacia el mundo y hacia sí-mismo, es necesario hacer entrar en juego la segunda de las grandes fuerzas puestas a nuestra disposición por la bondad divina: la verdad. Estas dos fuerzas, la verdad y el amor, son las únicas para ser invencibles. Para liberarse de las cadenas que nos atan a los valores inferiores, para poder resistir a las tentaciones que desde afuera o desde dentro surgen tan frecuentemente, para permanecer firmes a través de los inevitables conflictos de la existencia, no hay que fiarse del estoicismo que no es en el fondo más que una forma refinada del orgullo, ni librarse a la búsqueda de causas inconscientes perdidas en la lejana nebulosa de un pasado problemático.[50]



El papel del psicoterapeuta, del pedagogo o de quien sea que acompañe a la persona en este cambio, es secundario y auxiliar. Se trata de quitar los impedimentos al desarrollo de estas fuerzas curativas en el interior de la persona, a través del amor.[51] Esto implica un cierto grado, no incipiente, de desarrollo moral y espiritual por parte del terapeuta, que muy a menudo es tomado como ejemplo por quien necesita ayuda.[52]

Es por todo esto que, en la perspectiva “desde lo alto” adoptada por Allers, psicoterapia y dirección espiritual no sólo no se contraponen, sino que convergen. La segunda se convierte en la continuación más lógica y adecuada de la primera.[53]



Una dirección de almas comprensiva, cariñosa, respetuosa, paciente y puramente religiosa, puede llegar a corregir, a la vez la conducta religiosa y la neurótica; porque dicha influencia aborda, en efecto, el problema más central de todos. Por supuesto, no todos esos hombres están en disposición de conocer y comprender sin más ni más, ese problema, ni ver que es problema para ellos. En tales casos, es necesario un penoso trabajo de ilustración y educación, a fin de llevar a esos hombres hasta el punto donde ya es factible discutir ese problema, es decir, se precisa, justamente, una psicoterapia sistemática.[54]



Rudolf Allers, como buen cristiano, es consciente de “los límites de los medios naturales. En nuestra opinión, el dominio más perfecto de todos los conocimientos y de los procedimientos que de ellos se siguen, tiene que fracasar, en última instancia, cuando no se entronca en la conexión, fundamentante y superior en su alcance, del saber religioso. Estamos convencidos de que es imposible, tanto la fundamentación teórica de una doctrina sobre la educación del carácter, como la de una teoría general del carácter, sin referirse a las verdades religiosas ni enraizar aquéllas en éstas. Vimos cómo los planteamientos de nuestras cuestiones, surgidos de una inmediata necesidad práctica, abocaban siempre a últimos problemas que únicamente se resolvían en el terreno de la metafísica y en el amplio curso de la fe basada en la revelación”.[5

martes, 2 de noviembre de 2010

Mi labor como psicóloga católica

Mi labor como psicóloga católica es interpretar los nudos del pensamiento , trascendiéndolos a la luz de Dios. Ayudando así al paciente a reestructurar sus moldes de pensamiento desfigurados por el pecado, y ordenando sus emociones perturbadas a la luz de la razón .
Cada encuentro con el paciente es sagrado. La persona que llega a la consulta ha sido enviada por Dios para que pueda orientarla y rehabilitarla para un conocimiento de si mismo , de su naturaleza y ser mas profundo .Poniendo así la ciencia al servicio de Dios y de su Iglesia, ofrendando a Cristo cada escucha y cada palabra donada

lunes, 1 de noviembre de 2010

Neurosis y santidad: aridez-estado y aridez-síntoma.

Si esto es así, si la santidad y la neurosis son incompatibles. ¿Cómo se explican ciertos fenómenos aparentemente neuróticos que podemos observar en la vida de algunos santos, y sobre los que hay abundantes estudios?



En primer lugar, tenemos que tener presente que para importantes escuelas de psicología, entre las que destaca el freudismo, el santo es el prototipo del neurótico. Esto no es una conclusión, basada en la experiencia, sino que es una premisa, que depende de la influencia que filosofías como la de Nietzsche han tenido en el psicoanálisis.[41] No es raro que luego, analizando la vida de los santos, encuentren lo que fueron a buscar, o lo que sus principios teóricos obligan a concluir.



Por otro lado, tenemos que tener presente que, salvo Cristo y la Virgen María, que no tienen la mancha de pecado original[42], la inclinación a la neurosis es según Allers común a todos los hombres. El camino de santidad, con la ayuda de la gracia, lleva a superar esta inclinación, pero en los estados iniciales de su vida cristiana, la manifestaciones de desorden pueden ser evidentes. No, en cambio, al final.



Para concluir, tenemos ese período peculiar en la evolución espiritual que san Juan de la Cruz ha llamado “noche oscura”. Rudolf Allers propone distinguir, para no caer en el equívoco de confundir la neurosis con una purificación espiritual, lo que el llama “aridez-estado”, de la “aridez-síntoma”. Esto nos remite a la distinción hecha más arriba entre el carácter neurótico, sus síntomas, y rasgos o conductas aparentemente neuróticos, que se dan en una personalidad fundamentalmente sana. La aridez como estado, es la que se verifica a lo largo de una purificación pasiva del alma, durante la que se pueden dar algunos fenómenos aparentemente neuróticos. La segunda, es síntoma de un trastorno verdaderamente neurótico de base, un carácter neurótico. ¿Cómo los distinguimos? No es fácil, a veces implica una agudeza interior y una sabiduría verdaderamente sobrenaturales. El criterio básico es, en principio, según Allers, el juicio desde la totalidad de la personalidad.[43]



Con ello se facilita la comprensión de episodios o fases neuróticas que con tanta frecuencia ocurren, o que por lo menos se les parecen extraordinariamente, en el transcurso de la vida de muchos santos. Estos hechos no deben inducirnos a concluir que la vida santa es una actitud neurótica o germina en el terreno de la neurosis, como creyó una incomprensiva explicación pseudocientífica. Al observar con atención esas vidas, se ve que los episodios neuróticos no son más que simples episodios de ciertos períodos de la vida, estadios de paso, en los que se traba la lucha con el “déspota sombrío del yo” y cuya superación lleva siempre al hombre hasta un nivel más alto en la vida. Así se explica también que se puedan repetir tales episodios, pues que corresponden a diversos escalones de la ascensión del hombre e inician siempre una “sobreformación” más completa de éste en Dios -para servirnos de la expresión de Tauler-. [...] Nos parecería perfectamente descabellado el intento de explicar la “Noche Oscura” y otros fenómenos análogos, como neuróticos o simplemente naturales.[44]

viernes, 22 de octubre de 2010

Sí a la vida, no al aborto ¿Por qué razones?


Siempre si al ser humano, sea cual sea el estadio vital en que se encuentre
Vivimos en una sociedad plural. Unos piensan de una manera y otros de otra; bien, pero... ¡defendamos nuestra postura con razones!

No es inteligente el tomar partido "porque sí", o porque es lo que está de moda y cae bien a una mayoría, o por razones de poco peso que contravienen a otras de mayor entidad. Por eso veamos las razones por las que nos oponemos al aborto y damos un sí a la vida:

Si la justicia consiste en dar a cada uno lo suyo, el primer derecho de la persona humana es el de vivir. Basado en esto el Artículo 15 de la Constitución Española nos dice que "Todos tienen derecho a la vida"

Pero la vida del ser humano es un hecho, siendo un derecho su protección y defensa. Así pues, queda claro que cuando decimos "derecho a la vida", estamos diciendo que es un derecho a su protección. Y esto porque:

*La ciencia ha demostrado que "la vida humana comienza en el momento de la fecundación, en el momento de la fusión del espermatozoide con el óvulo" (Profesor Alfred Kastler, Premio Nobel de Física).

* "El hombre entero se encuentra ya en el óvulo desde el momento en que éste es fecundado: todo el hombre con todas sus potencialidades" (Jean Rostand, biólogo francés de primera línea).

* "Aceptar el hecho de que, tras la fertilización, un nuevo ser humano ha comenzado a existir no es una cuestión de opinión, es una evidencia experimental". (Jérome Lejeune. Premio Nobel. Catedrático de Genética Fundamental de la Universidad de la Sorbona).

* "Producir un aborto es matar a un ser humano". (Dr. Zamorano Sanabria. Catedrático de Embriología de la Universidad Complutense de Madrid).

* "Soy biólogo y puedo afirmar que cuando el óvulo y el espermatozoide se unen ya se ha originado una nueva vida. Molecularmente hablando, aquello no es una prolongación de la madre, no es un apéndice que pueda ser extirpado sin más. Es un individuo nuevo, y a menos que neguemos la definición misma de la humanidad y sus derechos, no podemos atentar contra él. El momento clave es pues el de la concepción. Entonces comienza la aventura humana. Y la evolución del ser humano proseguirá sin cesar hasta la muerte. Embrión, feto, recién nacido, niño, joven, adulto, anciano, todo es el mismo individuo en diferentes edades". (Profesor Botella Llusiá, Presidente de la Real Academia Nacional de Medicina, Catedrático de Ginecología y ex-Rector de la Universidad de Madrid).

* Los científicos nos dicen que en el zigoto ya hay una vida "distinta" del óvulo y del espermatozoide, que comienza su propio desarrollo La prueba la encontramos en el niño -probeta o en el zigoto insertado en el útero de una madre de alquiler. Es evidente que no es un tumor de la mujer, sino un ser humano distinto de ella, aunque en proceso de desarrollo, que necesita condiciones especiales de nidación. Su evolución progresiva, sin solución de continuidad, le llevará al nacimiento, niñez, juventud, ... hasta su muerte.

Resumen de su desarrollo en el seno materno:

De la unión del óvulo con el espermatozoide nace un nuevo ser, una célula diferente con doble herencia: 23 cromosomas del padre y 23 de la madre.

A las 6 horas después de la fecundación la célula inicial da dos, que a su vez se convierten en cuatro, éstas se dividen en ocho, dieciséis, treinta y dos... ¡una explosión de vida! hasta llegar a los 60.000 millones de células que constituyen el niño en el momento de nacer.

Hacia los 17 días el embrión comienza a diseñarse: sistema nervioso, vértebras, costillas, médula espinal, futura cabeza con rudimentario cerebro...

Hacia las 3 semanas algunas células empiezan a latir, el corazón del tamaño de un grano de trigo no dejará de hacerlo hasta la muerte.

A partir de entonces se esbozan los brazos, piernas, cara...

A los 2 meses ya tenemos completamente formada la figura.

A los 3 meses ya no se habla de embrión sino de feto. La talla alcanza casi 10 cm. y el peso 45 grs. El niño ya se mueve y comienza a esbozarse la respiración.

Al 4º mes los riñones funcionan y empiezan a salir los cabellos.

Al 5º mes mueve brazos y piernas.

El 6º mes es el de los músculos.

El 7º mes es el de los nervios.

Al 9º mes, hacia los 270 días, se prepara para salir y hacer su aparición en nuestro mundo.

La ciencia ha hablado ¿Cómo podemos negar la evidencia? La interrupción voluntaria del embarazo es un crimen, por mucho que las leyes lo permitan.

Carmen Díaz-Varela.
www.arbil.org/(23)diaz.htm

miércoles, 20 de octubre de 2010

El dolor de los padres

Cada vez me siento más conmovido por el sufrimiento y las dificultades de los padres (de personas con una discapacidad intelectual). Nosotros, en El Arca, tenemos jornadas de descanso, tiempos de reciclaje, una formación. Hemos elegido vivir con personas con una deficiencia. Los padres, por su parte, no han elegido tener un niño "así"; para ellos es un drama, una humillación personal, un sufrimiento. No tienen un día de descanso; disponen de poco apoyo y de ninguna formación. En el Arca, a veces somos admirados por nuestra dedicación. Los padres, a menudo, son humillados. Toda una escuela psicológica los condena: se dice que tienen parte de culpa por tener un hijo "así", sobre todo cuando se trata de un hijo psicótico. Hay padres heroicos que viven todo el día, y a veces despiertos por la noche, con niños difíciles, perturbados. Cerca de sus casas no hay colegios ni talleres; ni psicólogos ni médicos que les aconsejen. Se encuentran terriblemente solos, abandonados en ocasiones por sus familias, sus amigos, los vecinos, la Iglesia. Se sienten castigados por Dios, y entonces, se encierran en el aislamiento y en la angustia.

Todos estos sufrimientos se reflejan en su hijo. Para un hijo es terrible sentir que es una decepción para sus padres.

Jean Vanier, Hombre y mujer los creó, p 22

miércoles, 22 de septiembre de 2010

Y ENCIMA DE LA MEMORIA, DIOS

La facultad de la memoria es algo grandioso. Es algo que me inspira pavor, Dios mío. Algo de una complejidad profunda e infinita. Y esto es el espíritu, esto soy yo mismo. ¿Que soy yo, pues, Dios mío? ¿Cuál es mi naturaleza? Es una vida cambiante, multiforme e inmensa hasta no más. Mira, yo recorro los campos abiertos, las grutas e innumerables cavernas de mi memoria, incalculablemente pobladas de innumerables objetos de toda especie, algunos presentes en ella en imagen, como es el caso de los cuerpos; otros, presentes por sí mismos, como es el caso de las artes; otros, presentes bajo la forma de no se que nociones o improntas mentales, como es el caso de los sentimientos del espíritu, que la memoria retiene aunque el espíritu no los experimente, porque todo lo que está en la memoria está en el espíritu. Por todos estos parajes hago mis excursiones, unas veces mariposeando de acá para allá otras adentrándome en ellos cuanto me es posible. Pero no logro tocar fondo. ¡Tan extraordinaria es la facultad de la memoria!

¿Y qué es lo que tengo que hacer, Dios mío, mi vida verdadera? Rebasaré esta facultad mía que recibe el nombre de memoria. La rebasaré para encaminarme hacia ti, mi dulce luz. Mira, al subir por mi espíritu a ti, que estás por encima de mí, voy a rebasar también esta facultad mía que se llama memoria; quiero unirme a ti íntimamente y en la medida en que esto me sea posible. De hecho, también las bestias y las aves tienen memoria, porque si así no fuera, no sería capaces de volver a sus madrigueras ni a sus nidos, ni harían otras muchas cosas que tienen costumbre de hacer, si no fuera por la memoria.

Rebasaré, pues, también mi memoria para llegar a aquel que me distinguió separándome de los cuadrúpedos y me hizo más sabio que las aves del cielo. Rebasaré también la memoria, pero ¿para hallarte dónde, mi bien verdadero y mi suavidad garantizada? ¿Para hallarte dónde? Porque si te encuentro fuera de mi memoria, es seguro que no me acuerdo de ti. Y si no me acuerdo de ti, ¿cómo voy a encontrarte?

San Agustin

viernes, 10 de septiembre de 2010

Reflexiones sobre la clonación.Clonación: pérdida de la paternidad y negación de la familia

El Consejo pontificio para la familia considera oportuno todo esfuerzo de clarificación ante el desafío que representa la clonación, convencido de la importancia del problema, y con vistas a la próxima reanudación de los trabajos para llegar a una Convención internacional contra la clonación humana por parte de las Naciones Unidas. Se trata de contribuir a un planteamiento adecuado de esta problemática, señalando los aspectos éticos negativos de la clonación humana y su significado contrario a la dignidad de la persona y de la familia(1). Este es el propósito del presente artículo, en el que se quiere exponer algunas consideraciones al respecto, en un nivel accesible también a los no especialistas.

Ya desde hace algunas décadas se está desarrollando toda una serie de técnicas biológicas, cuya aplicación a la procreación humana suscita múltiples problemas éticos y manifiesta, cada vez más, la necesidad de una antropología integral del ser humano y de una renovada ponderación del papel que desempeña la familia para la humanidad.

En particular, los recientes intentos de lograr la clonación humana plantean importantes interrogantes sobre la familia, sobre el significado del hecho de ser padres o hijos, sobre la dignidad del embrión humano, y sobre la verdad y el significado de la sexualidad humana. La lenta e insidiosa disociación contemporánea entre el concepto de vida humana y el de familia, que es en cambio el lugar natural donde esta tiene su origen y desarrollo, es una de las consecuencias más nefastas de la cultura de la muerte.

En efecto, como afirma la instrucción Donum vitae de la Congregación para la doctrina de la fe, "la persona humana ha de ser acogida en el gesto de unión y de amor de sus padres; la generación de un hijo ha de ser por eso el fruto de la donación recíproca realizada en el acto conyugal, en el que los esposos cooperan como servidores, y no como dueños, en la obra del Amor creador. El origen de una persona humana es en realidad el resultado de una donación. La persona concebida deberá ser el fruto del amor de sus padres. No puede ser querida ni concebida como el producto de una intervención de técnicas médicas y biológicas: esto equivaldría a reducirlo a ser objeto de una tecnología científica"(2).

La inquietante posibilidad de clonar seres humanos con finalidad "reproductiva", mediante la sustitución técnica de la paternidad responsable, está en contraste con la dignidad de la filiación. Aún más preocupantes son las apremiantes peticiones de grupos de investigación que desean legalizar la clonación con el fin de someter los embriones humanos "producidos" a manipulaciones y experimentos, para luego destruirlos. Esta situación implica un grave deterioro, sea del reconocimiento de la dignidad de la vida y de la procreación humana, sea de la conciencia del papel insustituible y fundamental que desempeña la familia para el hombre, sea de su valor fundamental para la humanidad entera.


Clonación, posibilidades de la biología moderna

Con el término clonación se alude a la técnica utilizada con frecuencia en biología para reproducir células y microorganismos, tanto vegetales como animales, y más recientemente para reproducir secuencias de información genética contenida en los materiales biológicos, como fragmentos de ADN (ácido desoxirribonucleico), en el que se halla codificada la información genética nuclear de muchas especies. Es preciso completar esta descripción con una definición más exacta de la técnica de clonación, a fin de que resulte posible conocer de modo más adecuado la naturaleza de la misma.

Teniendo en cuenta su finalidad, la clonación es un procedimiento técnico de reproducción mediante el cual se manipula el material genético de una célula o de un organismo (vegetal o animal) con el fin de obtener un individuo o un conjunto de individuos genéticamente idénticos al primero. Lo que distingue la clonación de otras técnicas similares es el hecho de que en la clonación la reproducción se realiza sin unión sexual (asexual) y sin fecundación o unión de los gametos (ágama), teniendo como resultado un conjunto de individuos biológicamente idénticos al primero, que proporcionó el patrimonio genético nuclear.

El conjunto de individuos obtenidos por clonación se denomina clon, expresión mediante la cual se indica que todos y cada uno de estos individuos tienen la misma información genética; así pues, no son solamente descendientes del progenitor (es decir, no ha tenido lugar una combinación genética sexual de los progenitores)(3). Por consiguiente, se trata de un tipo de reproducción que puede sustituir artificialmente, en las especies animales (de reproducción sexual), la fecundación natural o la unión de gametos (las células mediante las cuales se reproducen por naturaleza), con las consiguientes ventajas, defectos y peligros.

Teniendo en cuenta la realización técnica, por clonación se entiende, en sentido más estricto, según la perspectiva del procedimiento usado, la reproducción obtenida mediante la así llamada "transferencia nuclear"(4). Cuando los científicos aluden a la clonación en sentido estricto, suelen identificarla sin más con la transferencia nuclear: "La fecundación propiamente dicha es sustituida por la fusión bien de un núcleo tomado de una célula somática del individuo que se quiere clonar o bien de la célula somática misma, con un ovocito desnucleado, es decir, privado del genoma de origen materno. Dado que el núcleo de la célula somática contiene todo el patrimonio genético, el individuo que se obtiene posee -salvo posibles alteraciones- la misma identidad genética del donante del núcleo. Esta correspondencia genética fundamental con el donante es la que convierte al nuevo individuo en réplica somática o copia del donante"(5).

También suelen llamarse "clonación" (o "semi-clonación", u otros términos semejantes), aunque en sentido amplio y menos apropiado, otras técnicas de reproducción asexual y ágama que se asemejan, en ciertos aspectos, a la transferencia nuclear, sobre todo por lo que atañe a los resultados obtenidos, es decir, una descendencia genéticamente idéntica. Se trata de técnicas como la partenogénesis artificial(6) o la fisión embrionaria(7), entre otras.

No hay objeciones éticas especiales a la clonación de individuos (para obtener descendencia de ellos) y materiales biológicos no humanos (para emplearlos con diversos fines), si se realiza de modo responsable; y tampoco hay objeciones éticas al tradicional, y a veces antiquísimo, uso de técnicas de este tipo en el ámbito vegetal, que tiene ventajas considerables. No cabe duda de que la utilización de la clonación en zoología puede producir grandes beneficios. Las mejoras en la reproducción de animales de cría, la reducción de los costes de producción de ciertas carnes, la eventual aplicación de la clonación para salvar especies en vías de extinción, y los progresos en las condiciones de experimentación e investigación en farmacología, por ejemplo, hacen aconsejable proseguir la investigación de aplicaciones de las técnicas de clonación en especies animales.

A pesar de ello, es preciso señalar que la utilización de estas técnicas muestra aún incertidumbres que se deben evaluar atentamente. ¿Pueden tener en el futuro consecuencias imprevistas? ¿Pueden, por ejemplo, producir manifestaciones genéticas peligrosas, hoy aún desconocidas o no suficientemente conocidas? ¿En qué medida pueden causar alteraciones, a medio o largo plazo, en el medio ambiente, en la ecología? ¿Una práctica incontrolada de la clonación podría acabar desencadenando nuevas enfermedades y malformaciones?


Clonación humana "reproductiva" o "terapéutica"

Ya es bien conocido que se están llevando a cabo intentos de aplicar la clonación para "producir" seres humanos y emplearlos en la investigación y, eventualmente, en la terapia médica. A este respecto, los medios de comunicación social, la "ciencia ficción" y una cierta literatura de divulgación han contribuido a engendrar falsas expectativas por lo que atañe a las posibilidades técnicas reales de la clonación. En cualquier caso, a pesar de ello, es cierto que se han formulado (con mayor o menor rigor científico) hipótesis e investigaciones encaminadas a experimentar eventuales aplicaciones de la clonación al ser humano. En estos tiempos, ese hecho es objeto de la atención de las autoridades públicas de todo el mundo, así como de todos los que están revestidos de una responsabilidad especial con vistas al bien común.

La problemática de la clonación de embriones humanos, tal como se presenta hoy, se configura esencialmente en dos posibles versiones: clonación "reproductiva" y clonación "terapéutica" (o para investigación científica). La diferencia entre las dos radica sobre todo en la finalidad que se pretende conseguir: la primera tiende al desarrollo completo del sujeto mediante implantación en un útero (clonación "reproductiva"); en la segunda se quiere utilizar el embrión, en su fase de pre-implantación, para investigación con una finalidad sobre todo terapéutica (clonación "terapéutica" o para investigación científica). Así pues, la finalidad para realizar la clonación sería:

1. Obtener una descendencia humana y utilizar una técnica de procreación asistida más eficaz, con mayor o menor aplicabilidad en ciertas parejas (clonación "reproductiva").

2. Obtener, mediante esta técnica, embriones "sintéticos" (así se les suele llamar) o "cúmulos de células" (en las fases embrionarias humanas primitivas, cada una de las células del embrión es totipotente(8) o pluripotente(9)), de las cuales se puedan extraer células madre(10), sin dejar que se implanten en el útero materno. Las células madre extraídas, debidamente controladas, podrían desarrollarse en células específicas, nerviosas, cardíacas, musculares, hepáticas, etc. (clonación "terapéutica", o con fines de investigación científica).


¿Hacia la prohibición global y simultánea de toda clonación humana?

Es obvio que la aplicación de la ciencia en el ámbito de la procreación humana afecta a toda la sociedad, y no sólo a la comunidad científica. Por eso, han comenzado bastante pronto los esfuerzos por llegar a una legislación en la que, sin coartar el legítimo desarrollo de la ciencia, se tracen de modo nítido los confines éticos y legales de su aplicación y se prohíba una eventual clonación del ser humano. Durante los últimos años, en algunos países se han promulgado leyes que prohíben tajantemente la clonación humana reproductiva, a pesar de que se han permitido hasta ahora las investigaciones sobre la clonación humana cuando se realizan con fines de investigación y terapéuticos (como en el Reino Unido). En cambio, otros países han prohibido todo tipo de clonación (Alemania), o han iniciado los procesos parlamentarios con vistas a una prohibición de cualquier tipo de clonación (Estados Unidos)(11). Es cierto que la preocupación por este tema es creciente, y se han intensificado los intentos de llegar a una prohibición de la clonación humana, no sólo a nivel nacional, sino también mediante instrumentos de derecho internacional.

El punto de partida de este debate fue la firme voluntad de prohibir la clonación humana reproductiva. Desde 1993, el Comité internacional de bioética(12) se ha ocupado de esta cuestión. La Conferencia general de la Unesco aprobó una "Declaración universal sobre el genoma humano y los derechos humanos", adoptada en 1998 por la Asamblea general de las Naciones Unidas, en la que se afirma que la clonación con finalidad reproductiva es contraria a la dignidad humana(13).

Durante la 56ª Asamblea general de las Naciones Unidas (celebrada el 12 de diciembre de 2001), se decidió la creación de un comité, que prosigue aún sus trabajos, para llegar a la prohibición de la clonación mediante un instrumento jurídico internacional, en particular, una Convención internacional(14). Al inicio se pensaba sólo en una prohibición de la clonación reproductiva. En agosto de 2001, Alemania y Francia pidieron al secretario general de las Naciones Unidas, Kofi Annan, un proyecto para prohibirla en todo el mundo. Al final de 2001, la clonación reproductiva había sido prohibida en veinticuatro países, entre ellos Alemania, Francia, Reino Unido, Italia, España, India, Japón, Brasil y Sudáfrica.

La evolución reciente de la situación internacional y la iniciativa de algunos países, no sólo favorables a una prohibición de la clonación reproductiva (propuesta de prohibición parcial), sino también a una prohibición global y simultánea de la clonación, tanto con fines de reproducción como de investigación y terapia (propuesta de prohibición total), constituyen un cambio significativo en los trabajos con vistas a una Convención internacional contra la clonación.

A este respecto, han sido especialmente importantes la ley de Estados Unidos, del 27 de febrero de 2003, de prohibición total de la clonación (actualmente la está estudiando el Senado), la resolución del Bundestag alemán, del 7 de febrero de 2003, de impulsar iniciativas internacionales de prohibición total (y no sólo parcial, como hasta ahora), el proyecto francés, del 30 de enero de 2003, de reforma de la ley sobre la biomedicina, con la prohibición total (aún se está debatiendo), y la petición de prohibición total del Parlamento europeo, del 10 de abril de 2003 (se está estudiando ahora en la Comisión europea). Todas estas iniciativas recientes tienden a una prohibición de cualquier tipo de clonación y no sólo de la reproductiva. Este diverso clima internacional, en comparación con el de hace pocos años, se ha consolidado actualmente, con una iniciativa promovida por Estados Unidos y España, presentada en las Naciones Unidas, con el fin de llegar a una Convención internacional de prohibición total de la clonación(15).

Hay precedentes de instrumentos internacionales tendentes a obtener esta prohibición. En el ámbito del Consejo de Europa, después del acuerdo de París (12 de enero de 1997), se han iniciado los trabajos para una Convención contra la clonación. El Parlamento europeo acogió e hizo suya esta iniciativa del Consejo de Europa para una "prohibición explícita de cualquier clonación humana" y, mientras tanto, ha pedido "a los investigadores y médicos que participan en la investigación sobre el genoma humano que no intervengan en ningún caso en la clonación de seres humanos hasta la entrada en vigor de una prohibición jurídicamente vinculante"(16). La Convención europea sobre derechos humanos y biotecnología o "Convención de Oviedo", así como el Protocolo adicional sobre la prohibición de la clonación de seres humanos, fue fruto de estos trabajos y prohibió específicamente "la constitución de embriones humanos con fines de investigación" (art. 18. 1). Así pues, la ratificación de la Convención de Oviedo por parte de algunos Estados europeos ya había empezado en 1999.

El 22 de noviembre de 2001, el Parlamento europeo se pronunció de nuevo a favor de la prohibición de cualquier tipo de clonación humana, esta vez en todo el mundo. Se trató de una enmienda a un informe sobre la biotecnología, en la que el Parlamento "repite insistentemente que debería existir una prohibición universal y específica, a nivel de las Naciones Unidas, de la clonación de seres humanos en cualquier fase de formación y desarrollo". El Parlamento invitaba entonces a la Comisión europea y a los Estados miembros del Parlamento europeo a avanzar por este camino. Tanto en abril de 2002 como en febrero de 2003, los parlamentarios, en las votaciones, se mostraron favorables a una prohibición de la clonación con la finalidad de extraer del embrión las células madre. El Bundestag, en febrero de 2003, pidió al Gobierno alemán que cambie la postura de Alemania en las Naciones Unidas, poniéndose a favor de la prohibición total de la clonación, porque constituye un ataque contra la dignidad humana, teniendo presente que no existe una distinción moral sustancial entre clonación reproductiva y terapéutica, dado que en ambas se produce la creación de embriones humanos vivos.

¿Por qué no es aceptable éticamente la clonación humana, sea reproductiva sea terapéutica?
La preocupación ante la posibilidad de la clonación humana está plenamente justificada y responde a motivos muy serios. Los diversos intentos de llegar a una prohibición total y simultánea de la clonación en todo el mundo responden a esta preocupación. A pesar del gran interés manifestado en la realización de estos proyectos, y a pesar de las expectativas suscitadas en importantes colectividades (científicos, grupos de enfermos que esperan nuevos recursos terapéuticos, asociaciones profesionales, etc.) que -hay que decirlo- tienen mayor o menor fundamento en la realidad, sería irresponsable no sopesar atentamente las objeciones planteadas a la clonación, que se apoyan en consideraciones de orden técnico y ético, así como en profundas razones antropológicas.


La clonación reproductiva

Por lo que concierne a los intentos de clonación humana con finalidad reproductiva, los obstáculos científicos previsibles son muy serios, hasta el punto de que numerosos expertos han expresado fuertes dudas con respecto a la viabilidad actual de un proyecto realmente científico a este propósito. A pesar de los recientes anuncios clamorosos -más o menos sensacionales- de los medios de comunicación social, no existen actualmente pruebas de auténtico valor científico que demuestren, fuera de toda duda, que esos intentos han tenido éxito. Por lo demás, aun admitiendo la posibilidad de que esos intentos tengan éxito en el futuro, es preciso considerar el gravísimo peligro de enfermedades, defectos genéticos y monstruosidades, de los que serían responsables los que los realizaran.

Por ejemplo, los únicos resultados que ha permitido obtener hasta ahora la técnica de la transferencia de núcleo son un gran número de embriones que no logran desarrollarse como deberían(17). En las escasas ocasiones en que se obtiene el nacimiento, los animales sufren a menudo enfermedades y a veces varias monstruosidades, de modo que con mucha frecuencia mueren prematuramente(18). Al parecer, esto se debe a defectos en el proceso de "reprogramación" genética del núcleo transferido. Es evidente que, en esas condiciones, una clonación con finalidad "reproductiva" no debería aplicarse a la especie humana, por el peligro grave que constituiría y la elevadísima mortalidad inherente(19).

Si la inmoralidad de la clonación reproductiva ya está determinada por las circunstancias técnicas actuales, los obstáculos éticos que se plantean a una clonación humana reproductiva resultan en sí mismos insuperables y manifiestan un contraste con el sentido moral común de la humanidad(20).

Ya en la década de 1980, el filósofo Hans Jonas reflexionó sobre los problemas éticos que implicaría una posible clonación de la persona humana. La clonación significaría la pérdida de lo que Jonas llama el "derecho a la ignorancia", es decir, el derecho subjetivo a conocer que uno no es copia de otro y a ignorar el propio desarrollo (como, por ejemplo, las enfermedades que se sufrirán, la evolución de la propia psicología, el previsible momento de la propia muerte natural, etc.). En cierto sentido, como afirma Jonas, esta "ignorancia" es una "condición de posibilidad" de la libertad humana, y destruirla constituiría un peso enorme para la propia autonomía. El clon humano quedaría inhumanamente condicionado al saber que es copia de otro, porque la incertidumbre es un factor primordial en el esfuerzo humano del libre albedrío.

Sin la responsabilidad de la incertidumbre, según Jonas, el clon debería prever todos sus movimientos, prever obligatoriamente sus enfermedades, corregir sus futuras actitudes psicológicas, en un esfuerzo constante contra corriente por apartarse de su "original". Este último sería siempre para él la sombra, el modelo, la huella omnipresente que ha de seguir o que ha de evitar. "Ser copia" se convertiría en parte de su identidad, de su ser y de su conciencia. Así se infligiría una herida al derecho del hombre a vivir su vida como un descubrimiento original e irrepetible; en el fondo, un descubrimiento de sí mismo. De este modo, su itinerario vital llegaría a ser la pesada realización de un "programa de control" inhumano y alienante. Por consiguiente, para Jonas, la clonación es "en el método, la forma más tiránica y simultáneamente esclavizadora de manipulación genética; su objetivo no es una modificación arbitraria de la sustancia hereditaria, sino precisamente su fijación arbitraria, en oposición a la estrategia dominante en la naturaleza"(22).

El peligro de una utilización eugenésica de la clonación, tanto reproductiva como terapéutica, con el fin de "mejorar" la raza o de seleccionar características personales consideradas "superiores" a otras, a pesar de las afirmaciones de sus defensores, no es una posibilidad demasiado lejana.

En la Resolución del 12 de marzo de 1997 sobre la clonación, el Parlamento europeo se declaraba "firmemente convencido de que ninguna sociedad puede justificar ni tolerar, en ninguna circunstancia, la clonación de seres humanos: ni con fines experimentales, ni en el marco de la terapia de la infertilidad, ni del diagnóstico anterior a la implantación o trasplante de tejidos, ni con ningún otro fin, porque constituye una grave violación de los derechos humanos fundamentales, se opone al principio de igualdad de los seres humanos al permitir una selección eugenésica y racista de la especie humana, ofende la dignidad de la persona y requiere la experimentación con seres humanos" (apartado B).

En una segunda Resolución sobre la clonación, del 15 de enero de 1998, el Parlamento europeo, al solicitar la prohibición de la clonación de seres humanos, de forma experimental, por diagnóstico "o por cualquier otra finalidad", define la clonación incluso como "anti-ética" y "moralmente repugnante" (apartado B).


La clonación terapéutica

La clonación humana terapéutica es presentada a menudo por sus defensores como un progreso que permitiría obtener los beneficios de una terapia genética, como remedio a enfermedades que la medicina actualmente no puede curar. Pero esas posibles -y discutibles- consecuencias positivas no cambian, en el fondo, la índole moral de la clonación en sí misma. Hay una estricta continuidad objetiva entre clonación reproductiva y terapéutica. En ambas se "produce" un embrión humano, pero en la terapéutica se prevé su ulterior destrucción, al extraer células madre embrionarias o materiales biológicos para utilizarlos con fines terapéuticos.

En los aspectos técnicos de la clonación terapéutica persisten numerosas incertidumbres. Por una parte, se afirma que la clonación sería un medio para obtener células madre embrionarias (que, al no ser diferenciadas, resultarían interesantes desde el punto de vista biológico, a causa de su mayor "plasticidad"). Sin embargo, no siempre se tiene debidamente en cuenta la condición precaria del embrión clonado y la elevada probabilidad de causar diferentes neoplasias (cánceres y tumores) en el paciente en el que se introducirían las células. Por esta razón, muchos investigadores consideran que la investigación con células madre adultas es la que permite esperar mayores éxitos, y no tiene los límites éticos que conlleva la utilización de células madre embrionarias(23).

Por otra parte, conviene tener presentes también las notables dificultades prácticas que implicaría el rechazo inmunitario de estas células madre embrionarias. Estas dificultades hacen aún más débil la argumentación de los que pretenden justificar éticamente la clonación humana para utilizarla en estas investigaciones. Superar el rechazo inmunitario de las células madre embrionarias mediante la clonación de un embrión supone una instrumentalización del embrión humano. Como subraya Elisabeth Montfort, "necesariamente la utilización de células madre embrionarias conlleva la técnica de la clonación terapéutica para evitar el rechazo del tejido. Rechazar la clonación y aceptar la utilización de células madre embrionarias (...) es una actitud irresponsable e incluso hipócrita, sin duda para tranquilizar a los que todavía dudan"(24).

La clonación terapéutica para obtener células madre implica no sólo la producción de un embrión, sino también su manipulación y ulterior destrucción. No es aceptable considerar a un ser humano, en cualquier fase de su desarrollo, como un "material" de almacén o fuente de tejidos y órganos, de "piezas de recambio". La complejidad moral de la clonación se puede comprender mejor si se tiene en cuenta que lo que se produciría, manipularía y destruiría no son cosas, sino seres humanos como nosotros. Un modo de afrontar esta cuestión sería ponerse en la situación del embrión (como hemos sido todos nosotros) y no en la de los científicos que clonan. Desde luego, a nadie le gustaría venir al mundo en un laboratorio, en vez de ser el fruto de la unión de sus progenitores. Como tampoco resultaría muy agradable ser un superviviente de decenas o centenares de hermanos gemelos eliminados como "defectuosos". Y menos agradable aún resultaría ser luego manipulados para producir "piezas" (por ejemplo, riñones) que necesitara algún otro; ni morir después de esta breve y sufrida vida "producida" precisamente con esa finalidad.

Ciertamente, la utilización de células madre en terapia celular puede llevar a investigaciones beneficiosas que hoy abren perspectivas muy interesantes. Sin embargo, para esta finalidad, la utilización de células madre embrionarias (y, por consiguiente, de la clonación terapéutica para obtenerlas) se ha mostrado un camino científicamente poco comprobado y difícil, y éticamente inaceptable. En cambio, la investigación con células madre adultas, satisfactoria tanto en sus aspectos éticos como en los técnicos, realizada de modo digno y responsable, y sometida a los criterios éticos, constituye un camino de esperanza y de futuro, que no plantea objeciones éticas especiales(25).


Objeciones técnicas, éticas y antropológicas a la clonación humana

Ciertos argumentos, que permiten profundizar en los motivos racionales de la inmoralidad de la clonación, muestran la continuidad ética entre la clonación reproductiva y la terapéutica. Son argumentos unidos por una profunda complementariedad, porque desarrollan diversos aspectos éticos racionales derivados de la dignidad ontológica del embrión humano, y están entre sí en íntima relación con el estatuto antropológico y ético del embrión, que debe ser el punto de partida inicial en toda esta problemática(26).


a) Insuprimible probabilidad del carácter humano de los embriones obtenidos

La obtención de embriones humanos por clonación, tanto con fines de reproducción como de terapia e investigación, implicaría la destrucción de gran parte de ellos. Por ejemplo, para la oveja "Dolly", fue necesario "desperdiciar" centenares de embriones. Más aún, el elevado riesgo de transmisión de enfermedades o malformaciones que implicaría esta técnica añade nuevas razones para su prohibición ética. Esto vale especialmente por lo que atañe a la clonación "terapéutica". De este modo, resulta obvio que la obtención de células madre embrionarias conlleva la producción (y sucesiva destrucción) de un embrión, que muchos de esos investigadores ya no insisten en definir como "un cúmulo de células", concepto elaborado para eludir la cuestión antropológica, y en consecuencia ética, del embrión. En efecto, reconocen que estas técnicas suponen la producción de lo que denominan "early embryo", es decir, embrión en fase inicial. Pero, entonces, se plantea una pregunta: ¿qué sería ese embrión? ¿Cuál sería su estatuto ético y jurídico? Esa pregunta remite a otra subyacente: ¿cuál es el estatuto de todo embrión humano?

La afirmación según la cual al ser humano se le debe respetar y tratar como persona desde el momento mismo de la concepción es central para un correcto planteamiento del problema de la identidad y del estatuto del embrión humano. "La formulación, en estos términos, del deber ético fundamental con respecto al nascituro se ha hecho sumamente necesaria con vistas a los problemas planteados por el desarrollo biotecnológico"(27).

La expresión "pre-embrión" se ha utilizado precisamente para evitar la pregunta antropológica y ética fundamental sobre el estatuto del embrión(28). "El problema es -se dice- que el embrión en su fase inicial no goza de individualidad e identidad, ya que, al estar formado por células totipotentes, en él no son aún identificables uno y varios individuos humanos. Pero razonemos. El embrión (nos referimos al así llamado "pre-embrión") es un ser. Con esta expresión -ser- entendemos una realidad existente y viva que es susceptible de desarrollo biológico propio, diferenciado y autónomo (tiene en sí mismo la fuerza evolutiva) relativamente al medio adecuado y necesario para su subsistencia y para "alimentar" ese desarrollo propio y autónomo. Además, y sobre todo, se desarrolla por sí mismo, sin desempeñar ningún "papel" externo a su propio ser. Una célula no es un ser individuo porque "funge" como parte de un conjunto, su desarrollo forma parte del desarrollo del conjunto en el que está insertada. En cambio, el embrión no forma parte de ningún conjunto, no es fundamental para la vida (biológica) de la madre; si "producimos" embriones en el laboratorio, estos, como tales, no tienen "utilidad" -salvo que se los implante en un útero femenino para proseguir el ciclo biológico que lleva al nacimiento, o que, con la misma finalidad, se desarrolle toda la fase de gestación en el laboratorio-; y eso es verdad hasta el punto de que con el tiempo, cuando no son implantados, se los "descarta", "destruye" o, simplemente, se los "mata", términos que, en este caso, son sinónimos"(29).

En efecto, si la pregunta sobre el embrión es antropológica y éticamente exacta, es preciso decir también que desde el punto de vista ético se plantea una cuestión previa, muy importante para la ética: ¿qué cosa no es?

En otras palabras, ¿podemos estar seguros de que el embrión así engendrado no es humano? Desde el punto de vista moral, ya la admisión de la probabilidad (insuprimible en el estado actual de los estudios) de estar ante un ser humano, como producto de las técnicas de clonación, tiene un peso decisivo. Es evidente que quien se encuentra ante una sombra y duda si es un animal o un hombre, si le dispara, se hace culpable de homicidio. Antes de disparar, tiene el estricto deber moral de asegurarse de que no es un hombre. Este principio ético se viola en esas prácticas, en las que la obtención de células madre embrionarias humanas implicaría la creación y destrucción de un embrión en las primeras fases de vida.


b) La dignidad del embrión humano

El resultado de una fecundación es un nuevo individuo biológico unicelular totipotente, al que se le suele llamar cigoto. Hay que reconocer que el resultado de la clonación efectuada es totalmente análogo al que deriva de la fecundación. No hay ningún fundamento para afirmar que, a pesar de las anomalías genéticas, la clonación no produce un cigoto. Por consiguiente, se debe establecer una estricta analogía entre fecundación y clonación. Es preciso decir, además, que no hay ningún motivo racional para negar a los embriones obtenidos por clonación los mismos derechos que tienen los obtenidos por fecundación artificial y, por tanto, a fortiori, todos los demás embriones engendrados en el proceso natural de fecundación humana. ¿Cuál sería, por ejemplo, la diferencia esencial entre unos y otros, teniendo en cuenta la totipotencialidad de las células que los componen, que nadie pone en duda?

El desarrollo del embrión es la fase inicial del individuo humano. El p. Angelo Serra analiza las tres propiedades principales que caracterizan el proceso epigenético humano, el cual, según C.H. Waddington, se puede definir como "la continua emergencia de una forma de fases precedentes", es decir:

1) La coordinación. "El desarrollo embrional, desde la fusión de los gametos o "singamia", hasta la aparición del disco embrional, a los catorce días y más allá, es un proceso que manifiesta una secuencia coordinada y la interacción de una actividad molecular y celular, bajo el control del nuevo genoma". Esta propiedad requiere una rigurosa unidad del sujeto que se está desarrollando. No es un racimo de células, sino un individuo real.

2) La continuidad. La singamia(30) inicia un nuevo ciclo de vida. "Todo indica que hay una diferenciación ininterrumpida y progresiva de un individuo humano bien determinado, según un plan único y rigurosamente definido que comienza desde la fase de cigoto". Esta propiedad de la continuidad implica y establece la unicidad o singularidad del nuevo sujeto humano.

3) La gradualidad. La forma final debe alcanzarse gradualmente. Es un desarrollo permanentemente orientado desde la fase de cigoto hasta la forma final, a causa de una intrínseca ley epigenética. Todo embrión humano mantiene su propia identidad, individualidad, unidad. El embrión vivo, desde la fusión de los gametos, no es un mero cúmulo de células disponibles, sino un individuo humano real en desarrollo. Sí, es hijo desde aquel momento. El embrión es un individuo humano. La introducción abusiva del término pre-embrión fue una estrategia para tranquilizar la conciencia y permitir la experimentación hasta el final de la fase de implantación, es decir, en la especie humana, alrededor de catorce días después de la fecundación. Así, se concluye cómodamente que el embrión no existiría durante las primeras dos semanas que siguen a la fertilización(31).


c) El embrión, incluso en la fase unicelular, tiene dignidad humana

Así pues, el rechazo a reconocer condición humana al embrión obtenido mediante clonación (tanto con finalidad reproductiva como para extraer de él células madre embrionarias) en los primeros días de su desarrollo, se sitúa en la discusión sobre el estatuto antropológico y ético del embrión humano. A estos embriones se les niega el carácter de individuo y se dice que no tienen "vida humana". Es una contradicción. Si se trata de embriones, y no sólo de "ovocitos que se han dividido" (y en vías de extinción), se trata de individuos humanos, dotados de vida humana, y no de "grupos" de células.

El investigador I. Wilmut (famoso por haber obtenido la primera oveja clonada, "Dolly", hoy firme opositor de la clonación humana reproductiva, pero claramente favorable a la terapéutica) reconoce que "cuando se crea un embrión, se pone en auto-pilot en su desarrollo inicial". Si el embrión fuera un "cúmulo de células", como dicen, no sería "piloto de sí mismo", no tendría autonomía ni teleología propia y unitaria, como en cambio muestra tener.

El embrión, desde el momento de la concepción, en la fecundación, se presenta como una entidad dotada de autonomía, que en su desarrollo progresa inmediatamente de una manera gradual, continua, armónica, y en él se da la integración y la cooperación teleológica constante de todas sus células. Se trata de un organismo que progresa sin interrupción según el programa trazado en su genoma. Así, llega a ser sucesivamente, sin intervención directiva desde fuera, cigoto, mórula, blastocito, embrión implantado, feto, niño, adolescente y adulto(32). Si esto acontece en la fecundación natural, ¿por qué no sucedería lo mismo en la clonación?

En este punto encontramos una contradicción cuando niegan al resultado de una eventual clonación lo que reconocen al resultado de la fecundación. Esta distinción (embrión clonado, embrión fecundado) remite a la falsa distinción entre el así llamado "pre-embrión" y el embrión, distinción errónea, como hemos señalado antes, que en la práctica se ha convertido en el mayor obstáculo al reconocimiento de un estatuto del embrión humano(33). Si el embrión humano clonado no fuese humano, entonces ¿qué "cosa" sería? ¿A qué especie animal pertenecería? ¿Tendría un genoma humano, pero no sería humano? No es necesario insistir aquí en las contradicciones que implican esas negaciones. Un embrión humano, así reconocido por la razón como individuo humano, dotado de un organismo propio, tiene una dignidad propia y por eso merece respeto. No se trata de una "dignidad" debida a alguna añadidura externa, sino fundada en su ser, en sí y por sí mismo.

Si al embrión se le niega la dignidad humana, con el pretexto de que no tiene conciencia actual, también se debería negar la dignidad a la persona que duerme o que está en estado de coma. Quien niega la dignidad al embrión, entonces también debería negar su dignidad al niño(34).

El ser humano, cualquiera que sea su condición económica, física o intelectual, no se puede usar como un medio, como un objeto. La malicia de la ofensa a este principio fundamental se agrava cuando este ser humano no puede defenderse contra el agresor injusto. Si uno acepta tratar a un ser humano como medio y no como fin, entonces debe aceptar que también él mismo pueda ser tratado un día de la misma manera. Y no deberá protestar. Aunque se demostrara claramente la aplicación terapéutica de las células madre obtenidas mediante creación-destrucción de embriones humanos (cosa que no se ha verificado), la moral, la sensatez y el buen juicio se opondrían: no se puede hacer el mal por una causa buena. El fin no justifica los medios. La historia de la humanidad está llena de enseñanzas a este respecto. Como decía el filósofo J. Santayana, "quien no conoce la historia, está condenado a repetirla".


d) Personalidad del embrión

Así pues, la valoración moral de la clonación humana depende esencialmente de su objeto, de su finalidad objetiva, y no deriva primariamente de la intención subjetiva con que se emplean esas técnicas. Ya la incertidumbre sobre la naturaleza humana del producto de la aplicación de esas técnicas al hombre impone el deber de no realizarla. Pero, más allá de este estricto deber moral de no crearlos, hay muchos y graves motivos para considerar no sólo que a los embriones así producidos se les debería respetar de acuerdo con la dignidad humana, sino también que son personas humanas primero manipuladas y después destruidas.


e) Inhumanidad de la producción y consiguiente destrucción del embrión en la clonación "terapéutica"

Los defensores de la así llamada "clonación terapéutica" insisten siempre en que su intención no es realizar una clonación reproductiva, sino destruir el embrión humano así creado en los primeros días de su desarrollo. Según sus razonamientos (ampliamente recogidos por la prensa, por los medios de comunicación y en los discursos políticos), este modo de actuar sería "ético", mientras que la clonación reproductiva no lo sería.

La clonación humana que podría llevar al nacimiento de un ser humano se ha de considerar un método inmoral de procreación artificial(35). En la "clonación terapéutica", ese proceso se interrumpe intencionalmente: se crea voluntariamente un embrión humano para destruirlo después, con el fin de extraer células madre embrionarias. Desde el punto de vista ético, este procedimiento es aún peor. Aceptarlo implicaría aceptar una igualdad radical entre la especie humana y las demás (P. Singer). Rechazar la posibilidad de matar una vida humana para curar otras vidas humanas, no procede de una posición específicamente religiosa, sino de la fuerza de argumentos y razones de buen sentido, y de la fuerza de una antropología coherente y de una bioética personalista.


f) La clonación humana se opone a la dignidad de la vida y de la procreación

La aplicación de las técnicas de clonación al hombre, con la intención de crear embriones, tanto para implantarlos luego en un útero (reproductiva) como para extraer células madre y después destruirlas (terapéutica y de investigación), no sólo hiere la dignidad de la vida humana y sus derechos insuprimibles, sino que también se opone al valor moral de la unión intrínseca entre vida, sexualidad y procreación. La orientación de la sexualidad humana hacia la procreación no es una añadidura "biológica", sino que corresponde a la naturaleza humana y se manifiesta en la inclinación natural del hombre a la procreación. En cambio, estas técnicas separan los aspectos procreadores de los unitivos, propios de la sexualidad humana, y se oponen a la dignidad de la sexualidad y de la procreación.

Las técnicas de clonación son, en sí mismas y siempre, "reproductivas". Las experiencias recientes muestran también que la clonación humana, a pesar de enormes dificultades, en principio no es imposible. El interrogante ético afecta, por tanto, no sólo a la dignidad de la vida humana y la instrumentalización y eventual destrucción del embrión, sino también a la del modo específico de procreación humana, que es precisamente sexual y que tiene su valor moral, que esas técnicas no respetan.


g) La clonación de embriones humanos se opone a la dignidad de la familia

Existe también un importante factor ético que conviene considerar, y que a menudo se pasa por alto. El ser humano es un ser social. La dinámica sexual y procreadora en el hombre se desarrolla naturalmente en un marco en el que la sexualidad y la procreación se insertan armónicamente en la realidad del amor conyugal que da pleno sentido a la sexualidad humana abierta a la vida. Amor y responsabilidad se encuentran en el matrimonio en la apertura a la vida y continúan en la tarea de la educación, mediante la cual los padres ejercen de modo integral el cuidado de sus hijos.

La clonación humana rompe toda esta dinámica. En la clonación, la vida se presenta como un elemento completamente externo a la familia. El embrión "aparece", por decirlo así, al margen no sólo de la sexualidad, sino también de una genealogía. Todo ser humano tiene derecho a nacer del amor integral -físico y espiritual- de un padre y una madre, a recibir sus cuidados, a ser acogido como un don por sus padres y a ser educado. Cuando en el horizonte surge la inquietante posibilidad de que se pueda manipular y someter a experimentos la vida del ser humano concebido, para luego destruirla, una vez obtenidas del embrión las células o los conocimientos biológicos que se buscan, entonces es el mismo concepto de filiación y de paternidad-maternidad lo que se pone en tela de juicio, y es la misma idea de familia la que queda destruida.


Conclusión

Los recientes avances de las ciencias muestran que la clonación humana, a pesar de las notables dificultades técnicas y las profundas objeciones éticas y antropológicas, es algo más que una hipótesis y se está convirtiendo en una posibilidad. Los diversos intentos de impedir, mediante la ley y los acuerdos internacionales, que esta posibilidad se transforme en realidad, y de obtener un reconocimiento de su condición de crimen contra la persona humana, no se fundan en un miedo impreciso al progreso y a la técnica, sino en importantes y sensatas motivaciones éticas y en una concepción antropológica bien determinada de la persona humana, de la sexualidad y de la familia. Corresponde a las autoridades públicas, a los Parlamentos y a los organismos internacionales tomar una postura coherente. Se trata verdaderamente de un problema clave para el futuro de la humanidad y para la salvaguardia de la dignidad de la investigación científica y de los esfuerzos en favor de la vida, de la salud y del bienestar de los seres humanos, que justifica la toma de medidas oportunas por parte de la comunidad de los pueblos que constituyen la gran familia humana

Cardenal Alfonso López Trujillo / Presidente del Consejo Pontificio para la Familia

Confesion de fe de grandes cientificos